"Quién dará vida al bello esclavo sino su amo?. Sus rasgos pueden ser perfectos y su cuerpo hermoso, pero sólo su señor posee el corazón del siervo que vive por y para el placer de su dueño. De su amante y de su dios. El es sólo un pobre perro triste si le falta la mano que sujete la cadena con firmeza y afecto. Solamente es carne sin el alma que le regala el amo al fecundarlo de amor"
ANDREAS

domingo, 23 de enero de 2011

27 Problema

Alex había aguardado con los ojos abiertos a que su amo fuese a acostarse con él y, al entrar en el cuarto, Alejandro sólo le dijo: “Eres tan transparente como un cristal de Bohemia. Realmente no tienes doblez ni malicia alguna y tus pensamientos y temores se leen en tus ojos como si fuesen pantallas de ordenador..... Pensabas que iba a traerlo a esta cama?...... No sé como explicarte que todo eso no tiene nada que ver contigo...... Venga..... Echate a un lado, que te pones tan al medio que no me dejas ni sitio para tumbarme de costado. O lo que quieres es quedarte pegado a mí para ponerme cachondo al rozarme con el culo y que te la meta antes de dormir?..... Para eso no tienes que hacer demasiados esfuerzos, porque vengo caliente y con las pelotas doloridas de aguantar sin correrme...... Anda, tontorrón, que te voy a hacer otro agujero en el culo para tener uno de repuesto por si el otro está muy escocido para clavártela de golpe”.

El chaval no cabía en sí de gozo y se arrebujó poniendo el culo justo en la verga de su señor. Y le dijo al amo: “Sé que es una bobada, pero no pude dejar de pensar que ese otro podía engatusarte.... Le gustas y le pones más que su dueño. Y a mí no me hace gracia, amo”. Alejandro se rió y le preguntó: “Qué más te contó?”. Alex no quería perder tiempo y deseaba tener cuanto antes la polla del amo dentro, pero habló: “Pues me dijo eso y también que no le mola follar con su amo ni que lo sobe”. El crío notó que la verga del amo le entraba por el ano y se quejó ligeramente al sentir la punzada que le abría el culo.


Gimió un poco, pero continuó contándole al amo lo que le había dicho Diego, abriendo el culo para que su señor la metiese hasta el fondo: “Amo.... Y lo que menos le gusta es que lo ordeñe........ Dice que se siente una vaca lechera...... Ah!..... Y me preguntó si me pegabas.... y si yo era feliz contigo..... Y si te quería...... A él su amo no le zurra,..... pero lo encierra y.... lo ata como a un perro...... Y le da rabia que a su dueño le guste ver como otros tíos lo follan en bares....... O, también,... como se la chupa a los que le van a su amo....... Ah!”. “Vamos...... Qué más te dijo?”, inquirió su amo calcando con toda para encastrársela entera. Y el crío sólo pudo decir: “Nada.... más,...amo”. “Ya....... Y que le dijiste tú?, Preguntaba el señor apretando cada vez más fuerte. Y el chaval balbuceó: “Que te amo.... con toda mi alma!..... Amo.....Ah!...... Y que me…. zurras si lo merezco....... Amo...... Y me follas muchas veces,.......amo........ Así....... Como..... ahora...... Mi amo,... te quiero”. “Y yo a ti, mi muchacho...... Y por eso me encanta darte por el culo y dejártelo roto”, decía el amo, empalando al crío en su carajo, como si su culo fuese un redondo caramelo con palito para sujetarlo y chuparlo sin pringarse los dedos.

Y se durmieron sin molestarse en limpiar el semen que Alex vertió en la sábana. El de Alejandro estaba a buen recaudo en la barriga del chico y en ella se quedaría hasta que cagase.

Nada más levantarse, Alejandro fue a ver como se encontraba Diego en la jaula y le ordenó a su esclavo que preparase un buen desayuno para los tres. Alex miró para otra lado para ocultar su cara de fastidio , pero no pudo evitar que su amo le diese una colleja, advirtiéndole: “Espero no tener que calentarte el culo antes del mediodía... Mírame y pon otra cara o te la pongo a cuadros antes de desayunar....Queda claro?”. “Sí, amo”, respondió Alex sin contrición alguna.

Diego estaba hecho un ovillo en una esquina de la jaula y al acercarse a él, Alejandro pudo apreciar que no olía precisamente a rosas. Daba asco y apestaba a sudor seco y orines. El jodido chaval se había meado durante la noche, pero no había muestras de semen en ninguna parte, por lo que era deducible que al tener tan bien atados los huevos y la polla o no pudo correrse o ni siquiera lo había intentado pajeándose. O también pudiera ser que ya tuviese claro que no le convenía osar hacerlo sin permiso de su adiestrador.

Alejandro le llamó cerdo y lo dio un puntapié al sacarlo de su encierro. Lo empujó hasta una pileta y lo regó con aguan fría. Le soltó los cojones y la polla y le ordenó que se enjabonase. Y con otros tres manguerazos lo aclaró. Luego, aún mojado, le mandó que se subiese a una mesa de madera y se pusiese a cuatro patas como un puto perro, pero lo que iba a hacerle Alejandro era ordeñarlo como a una ternera.
Nada más notar la mano de Alejandro en su verga, el esclavo se excitó y no fueron necesarias más de cinco sacudidas para que se corriese a borbotones sobre la tabla, jadeando como un morlaco. Alejandro lo miró quemándole los ojos y el chico bajó la mirada y dio las gracias por haberlo aliviado de la presión en sus bolas. Pero Alejandro le hizo lamer su mano y también la mesa hasta no dejar rastro de leche sobre ella.



Alex pudo comprobar que el anterior descaro de Diego se había transformado en un atisbo de agradecimiento y satisfacción en su mirada. Y, encima, las bermudasAlex le repateó los huevos. Y estuvo a un tris de lanzarle los huevos revueltos a los morros. Pero por su propio bien se contuvo y hasta le sonrió para no enfadar a su señor.

Alejandro y Diego comieron con apetito, pero a Alex se le cruzaban los bocados en la garganta, sin poder deshacer el nudo de angustia que le atenazaba viendo al intruso sentado a la mesa con su dueño. Y Alejandro le dijo a su esclavo: “Estaré fuera un par de horas. Así que enséñale a Diego la tabla de ejercicios que haces a diario y después te pones a trabajar para terminar la tarea de ayer. Espero que no haya problemas por dejaros solos un rato. “Sí, amo”, contestó Alex. Pero el amo bromeó: “Ese sí, es porque vas a hacer lo que te he dicho o porque vais a tener problemas los dos?”. “No, amo”, dijo el esclavo muy serio y con gesto responsable. Pero el amo insistió: “No, qué?”. “No habrá ningún problema, amo”, aclaró Alex. “Supongo que será así”, respondió Alejandro. Diego miró al otro crío y en el fondo no se creyó tan buena disposición ante su presencia en la casa, pero sonrió y también repitió que no habría problemas entre los dos.

Una vez solos se quedaron mudos sin apartar los ojos uno del otro. Vistos desde fuera de sus cuerpos, eran la viva imagen de dos gallos de pelea antes de azuzarlos al combate. Diego se sintió incómodo por la penetrante mirada de Alex, que, sin palabras, le interrogaba respecto a lo que Alejandro le había hecho en el sótano e intentó salir al jardín. Pero Alex se plantó delante suya y le espetó: “Qué te hizo?”. “Nada que te importe”, respondió el otro. Pero Alex no estaba por la labor de permitir que lo amilanase: “Es mi amo y me importa lo que te haga a ti”. Y el otro se puso chulo: “Y por qué a mí y no a otros?. Es que soy más guapo o estoy mucho mejor que los anteriores?..... O quizás mi culo está más bueno que el tuyo y te da miedo que se encoñe con mi agujero y no quiera metértela?”. Alex no respondió. Le atizó una hostia en la boca que casi lo tumba. Y se enzarzaron en una gresca de las que hacen época.

Se daban golpes por todas partes y los dos estaba ciegos de ira y resentimiento. Tanto que no se enteraron de la entrada de Alejandro. Los sujetó por los pelos, separándolos a tirones, y gritó: “Que coño os pasa?..... Menos mal que se me olvidó un papel y tuve que volver a buscarlo. De lo contrario al regresar a casa os tendría que recoger con pinzas...... Poneos de rodillas los dos...... Vais a estar hasta mañana sin sentaros por cabrones!...... Diego, tú el primero”.

Alejandro colocó el potro de los azotes y dobló encima al chaval. Le bajó las bermudas y armado con una paleta de cuero, le ordenó contar hasta cincuenta. El amo fue muy duro arreando estopa con la lengüeta del azotador, pero el chico no se quejó y si lloró supo tragarse las lágrimas para que no las viese el otro muchacho. Pero lo que no logró tapar fue su picha empalmada y goteando suero como un grifo mal cerrado.

“Y ahora te toca a ti, Alex. Ves su cara y su pito?. Eres muy tonto. A él le gusta y disfruta con la zurra. Sin embargo, a ti te hace muy poca gracia notar el culo rojo y dolorido. Pero te lo has ganado. Así que cuenta también hasta cincuenta como primer acto. Y tú ponte cara a la pared, con las manos en la cabeza y sin moverte, mientras le meto brasa a este otro idiota”.

Era un espectáculo ver a los dos chavales con el culo escarnecido, mirando a la pared con los calzones en los tobillos y sin poder frotarse las nalgas para paliar el escozor. Alejandro leía unos papeles y se daba un respiro antes de empezar el segundo acto del castigo. Y esta vez serían otros cincuenta azotes con la mano y sobre sus rodillas. Ahora ya tenían los chicos la carne caliente y el golpearla con la palma abierta era una delicia comparable a un polvo al amanecer sin quitarte todavía las legañas de los ojos. Alejandro se ponía muy excitado al ver y sentir como la sangre acudía a las nalgas de un muchacho invitada por los azotes de su mano. Y más si ese chaval era su querido esclavo. El culo encarnado de Alex lo encendía a él más que al chico y terminaba por follárselo sin dejar que volviese a taparse el trasero. El problema era que en esa ocasión también había otros fantásticos glúteos zurrados y puestos a tono para ser penetrado el agujero del centro, sintiendo el vivo calor en su piel. Bueno, un problema relativo porque siempre es mejor gozar dos veces una exquisitez. Y esos dos culazos eran realmente apetecibles para disfrutarlos a tope y más puestos en sazón. Así que posiblemente terminarían ambos críos rascándose también el ojete después de meterles sendos polvos.


Les dio cincuenta a cada uno y dos de regalo para gozar más zurrándolos. Y tras la tunda les echó una filípica de no te menees y les amenazó con la penas del infierno si volvían a pelearse. Alex estaba entre avergonzado y contento de romperle un labio a Diego, pero el amo se había ensañado con sus posaderas y de puro dolor ya las tenía adormecidas. Sólo le consolaba pensar que las del otro no salieron mejor paradas, aunque si parecía que el muy cabrón se lo estaba montando de dulce y su cipote no se bajaba ni pateándole los huevos. El muy jodido era un masoca de mierda y cuanto más le cascaba Alejandro más burro se le ponía el carajo. Joder!. El amo tenía razón y él era tonto de baba. Con su arranque de rabia le había puesto en bandeja a Diego correrse de gusto con la paliza que le habían dado a los dos. El otro, viéndolo sufrir a él, se sintió vengado. Y, encima, el puto Diego, lo pasó en grande al ponerle el culo como una verbena en una calurosa noche de agosto. Asfixiado de calor y cubierto de estrellas.

Pero Alejandro no se había esforzado en vano y quiso su recompensa. Y, además, le metía a Alex, de una puta vez, que al esclavo lo usa su amo como le apetezca, pero la polla del amo hace lo que le da la gana y se mete donde le sale de los huevos. Así que por el mismo orden volvió a poner a Diego en el potro y se la calzó de golpe. Era el primer polvo en ese culo y no le desagradó nada tenerla dentro del chaval. Aquellas nalgas prietas y macizas, ardientes como una sartén con aceite hirviendo, se la pusieron muy dura y le reventó el ano sin miramientos. El chico reaccionó como una perra salida y no resistió mucho sin correrse, queriendo acallar los gritos de agudo placer al destrozarle la piel de las cachas y joderle las tripas la tranca de Alejandro. Le habían dado por el culo por primera vez, hincándole bien las espuelas, y eso era otra casa diferente a metérsela solamente.

El señor se quedó a medias y quitó la goma. Se la metió por la boca a Diego para que se la limpiase, aunque no estaba lo que se dice impresentable y el glande relucía como la cabeza de un misil. Lo levantó del potro por una oreja y agarró con la otra mano a su esclavo para ser equitativo en el tratamiento y se la endiñó entera, pero sin condón. A este le dio más caña todavía y le permitió correrse al preñarlo.



Y con los seis huevos vacíos, obligó a cada esclavo a lamer del suelo su propia leche. Y a Diego, antes de enjaularlo otra vez en el sótano para que no hubiese más peleas en su ausencia, le regaló, además, la que le salió por el culo a Alex. Y los tres quedaron contentos. El amo satisfecho y los esclavos saciados.

4 comentarios:

  1. Señor Andreas, todas sus historias me han gustado (hasta ahora). Pero esta tiene un no se qué... que me encanta.
    Felicitaciones

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Dama. Pero todavía queda mucho por contar. Espero que no te decepcione el resto.

    ResponderEliminar
  3. LA FOTO DONDE ESTA LA LENGUA CON EL SEMEN ME HIZO PENSAR LUEGO LUEGO EN UN AMIGO, EN COMO SE VERIA. ME ESTOY MASTURBANDO VIENDO ESTA FOTO.

    ResponderEliminar
  4. Que cuento tan cachondo,parece las historias del conde de sade.

    ResponderEliminar