"Quién dará vida al bello esclavo sino su amo?. Sus rasgos pueden ser perfectos y su cuerpo hermoso, pero sólo su señor posee el corazón del siervo que vive por y para el placer de su dueño. De su amante y de su dios. El es sólo un pobre perro triste si le falta la mano que sujete la cadena con firmeza y afecto. Solamente es carne sin el alma que le regala el amo al fecundarlo de amor"
ANDREAS

domingo, 23 de enero de 2011

17 Sombras

Alex, absolutamente en las sombras de la habitación, presintió la llegada del amo. Se le aceleró el corazón y unas gotas de sudor se asomaron a su frente. Volvía a su lado el hombre que era su pasión y su vida, pero seguramente estaba cansado y agotado de dar a otro el obsequio de su sexo.

Escondió la cara en la almohada por si una lágrima le traicionaba su sueño impostor y agudizó el oído para escuchar el menor roce que hiciese su dueño al entrar en el cuarto.

Alejandro abrió la puerta con mucho cuidado, como intentando no despertar al muchacho, cuando en realidad pensaba hacerlo si es que dormía, porque iba a darle lo que le negara al puto enjaulado del sótano. Se aproximó a la cama con sigilo y se desnudó. El crío miraba hacia el lado contrario y se hacía el dormido, pero Alejandro se arrimó a él y susurró pegado a la mejilla del chaval: “No te hagas el dormido, porque sé que no has pegado ojo”. El chico giró la cabeza hacia su amo y preguntó: “Es muy tarde?”. El amo le tocó la frente y agregó: “Para estar aún despierto sí es tarde, pero para levantarte de la cama es muy temprano... Has dormido algo?”. Alex dudó al contestar pero dijo la verdad: “No, amo.... No fui capaz sabiendo que estabas abajo”.

El amo Abrazó al chico por detrás y añadió: “Ya estoy contigo otra vez...... No tendrías miedo al estar solo. O sí?”. Y el esclavo respondió: “No, amo..... No es el miedo lo que no me dejó pegar ojo.... Pero supongo que te habrá satisfecho, aunque no fuese yo quien lo hizo y ahora ya podré dormir sabiendo que estás aquí”. El amo sonrió y apretó al chaval, diciendo: “Claro que ahora vas a dormir pegado a mi cuerpo como todas las noches. Pero nadie me ha satisfecho todavía.... Toca mis huevos y notarás como están de cargados.... Eso que tienen dentro sólo es para ti y no se lo doy a cualquiera..... Mi Alex, tú eres quien me complace como para alimentarte con mi leche.... Y esta noche aún no te la he dado para que te duermas........ Voy a comerte el culo para que te entre mejor.... No quiero forzarlo, porque te he follado con mucha fuerza y demasiadas veces seguidas desde que te metí el primer polvo. Pero no podría descansar lo que queda de noche si no te diese por el culo una vez más...... Será un polvo tranquilo y sosegado. Disfrutando cada roce de mi verga en tu recto. Y tú no hagas nada más que comprimírmela con el ano en cuanto te la meta entera. El resto lo haré yo, pero quiero notar este agujerito apretándome la polla”.

El esclavo se abrió al contacto de la lengua del amo y gimió con un suspiro suave. Y el aliento de su señor volvió a sus oídos: “Me gusta tocarlo antes de clavártela y acariciarlo un poco con los dedos. Está tan húmedo y es tan sedoso por dentro que me emputece....... Afloja un poco más las nalgas...... A pesar de las veces que te la he metido y el tiempo que la tuve dentro, se cierra como si no le entrase ni un alfiler. Y, sin embargo, al apoyar el capullo en la entrada, se abre y lo traga casi sin esfuerzo.... Tanto me deseas o es que se derrite al contacto de mi cipote?”.

Y el esclavo dijo: “Las dos cosas, mi amo.... Nunca deseé algo tanto como esa verga que me metes y me hace tocar las estrellas. Y también se me deshace el ojete al notar el calor de tu capullo abriéndose paso en mi culo..... Bueno, digo mi culo porque no es el tienes detrás, pero también es tuyo como lo soy yo..... Nada tengo si no es para darte gusto y placer, mi amo.... Déjame decirte que te quiero como jamás pensé que pudiese amar. Más que a mis padres y a mi abuelo. Mucho más que a mi mismo porque sin ti no soy nada, mi señor”,

Alex apretó los labios para no gritar de aguda delicia y el jadeo fueron palabras: “Señor, te noto dentro y tu polla me acaricia con mimo y delicadeza y el gusto que siento es infinito.... Amo, crees que alguna vez podremos dormirnos así?”. Y el amo contestó: “Sí, mi niño. Claro que sí.... Esta misma noche, porque después de llenarte y de que tu vacíes las bolas en mi mano, no te la sacaré y dormiremos unidos toda la noche.... No quiero despegarme de ti, mi amor”.

La mano del amo se llenó del esperma del esclavo y la llevó a la boca de éste para que lamiese la palma antes de besar al chico. Lo estrujo contra él y le dijo en voz muy baja: “Ahora duérmete rápido o nos cogerá en vela la luz del día..... Y al despertarnos seguiré follándote”.

Y así fue como amanecieron. Alejandro notó como crecía su verga en el culo de Alex y el crío se dio cuenta que la verga del amo ya se movía en su interior antes de abrir los ojos. Se había dormido con el culo ocupado y volvía del sueño con el culo lleno. Su dueño tardó en darle por el culo, pero no cabía duda que estaba recuperando el tiempo perdido sin apenas darle descanso al chaval.



Alex ya no entendía otra libertad que ser del que amaba y pertenecerle de por vida. El resto de los convencionalismos éticos y morales de la sociedad que lo envolvía, no rezaban para él ni figuraban en el catecismo de su religión particular. Sólo creía en su amo y sus ritos y ceremonias eran servirle en todo lo que se le antojase.

Pronto iba a enfrentarse a otra realidad fuera de la casa de su amo, pero su convicción era demasiado fuerte para sufrir quebranto a cambio de asumir otras ideas. La universidad le daría formación y le aportaría datos y conocimientos culturales y científicos, más no podría alterar sus propias ideas y planteamientos en perjuicio de su condición de esclavo de Alejandro. La sumisión incondicional a su dueño y la dependencia total del amo, serían imperturbables para el chico. Puesto que para él pertenecer a su señor no era una limitación o privación de libertad sino una necesidad de su espíritu.

Alejandro temía el contraste de conceptos en la mente del chaval, pero quizás la juventud del esclavo le distraía del sólido carácter del chico y disfrazaba la madurez que en ese tiempo había alcanzado el muchacho. Alex ya era más adulto que otros muchos jóvenes con más edad que él. En cualquier caso, la prueba de fuego ya se acercaba y pronto comenzaría el curso en una universidad. La cartas estaban dadas y Alejandro esperaba tener en la mano un póquer de ases. Y en ese juego no vale disponer de un comodín, aunque esa carta que casa con todo fuese el propio Alex.

Fue otro polvo largo y más intenso que el de la noche y se prolongo en la ducha con más caricias y magreos del amo al cuerpo de su esclavo para fregarlo. Y Alex, después, tuvo que ir poco a poco enjabonando a su señor y adorándolo con espuma desde la cabeza a los pies. Se arrodilló para atender mejor cada uno de sus dedos y para cuidar que sus genitales quedasen impolutos. Retiró hacia atrás el pellejo de la verga y con las yemas de sus dedos lo fue frotando con celo, como una beata devota se desvela en preparar al santo patrono para estar impecable y salir en procesión el día de la fiesta del pueblo.

Cuando acabó con el aseo de su amo, el esclavo se puso en pie otra vez y miró contra la pared abriéndose las nalgas con las manos, realizando la ofrenda de su cuerpo y su alma para ser poseído de nuevo por su dueño.

El amo sólo enfiló el agujero con su cipote y el chaval reculó para ensartarse el mismo en el ariete que pugnaba por entrarle. Crispó las manos sobre las cachas y abrió la boca ahogando un quejido al cerrar los párpados. Los dos se estremecieron de emoción y se electrizaron al pegar sus cuerpos para unirse hasta el fondo.

Sin desayunar y sin salir de la habitación del amo, el esclavo ya había tomado dos raciones de leche inyectadas directamente en sus tripas, sin que el amo le consintiese perder una sola gota de su semen. Los testículos del crío estaban hinchados y le dolían tremendamente, pero Alejandro no le autorizó descargarlos. Le babeó el capullo mientras su dueño le daba por el culo y lo sobaba a discreción, pero le prohibió tocarse el pene y le estranguló las pelotas para que no se corriese. El placer del dios se aumentaba por el dolor genital de su siervo. Pero éste convertía ese sufrimiento en oración de alabanza a la generosidad de su amo por darle su semen con tal abundancia, asumiendo el padecimiento como un privilegio por servir a su señor.

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