"Quién dará vida al bello esclavo sino su amo?. Sus rasgos pueden ser perfectos y su cuerpo hermoso, pero sólo su señor posee el corazón del siervo que vive por y para el placer de su dueño. De su amante y de su dios. El es sólo un pobre perro triste si le falta la mano que sujete la cadena con firmeza y afecto. Solamente es carne sin el alma que le regala el amo al fecundarlo de amor"
ANDREAS

domingo, 23 de enero de 2011

30 La invitación

Todo seguía su curso en casa de Alejandro y Alex hacía buenas migas con Diego, una vez que le quedó claro que el chico no le restaría ni un ápice de su estatus como esclavo de Alejandro, ni le privaba de las dosis acostumbradas de sexo que le escanciaba generosamente su señor. Y a Diego tampoco le faltaban sus sesiones en el sótano, cada vez más intensas y variadas, y ya había vuelto a disfrutar más veces la sublime sensación de ser preñado por el vivificante semen de su adiestrador.

Además Diego ya no permanecía encerado en la jaula, sino que convivía con el dueño de la casa y su esclavo y, aunque no era una forma de pago, en cierto modo compensaba su estancia cocinando y deleitando a Alejandro y a Alex con los platos que ya sabía elaborar u otros nuevos que buscaba en recetarios de cocina por Internet. Se había destapado como un experto cocinero y disfrutaba con ello, superándose más en cada ocasión, tanto en la condimentación de los alimentos como en la presencia del plato ya puesto en la mesa.

Alex también le ayudaba y tomaba buena nota de la pericia del otro chaval con las perolas y sartenes, con el fin de aprender el arte de la cocina y servir mejor a su amo. Ese trabajo en equipo con Diego, acercó más a los muchachos y ya se les veía compartir ideas y complicidades para sorprender a Alejandro con exquisitos manjares. El amo celebraba el desvelo de los dos críos, degustando los platos y alabando la pericia culinaria de los chavales. Y llegado los postres siempre les compensaba con alguna caricia o incluso un polvo imprevisto.

En cualquier caso, las dos semanas iniciales para el adiestramiento de Diego se convirtieron en un mes y ni Pedro mostraba ningún interés en recuperar a su esclavo ni éste en volver con su amo. Empezaba a darle la impresión Alejandro que su amigo había puesto en la puta calle al chaval, simplemente con lo que llevaba puesto el día en que se lo dejó en casa.

Y esa noche, por fin y después de dos aplazamientos, tenía que ir a cenar a casa de Pablo. Lógicamente ya le había dicho a su amigo el médico que llevaría otro chaval, además de su esclavo. Y que por cierto el médico ya le había anticipado en su momento por teléfono el resultado de los análisis y le confirmó que Alex estaba sano como un torito, además de bueno a rabiar y muy obediente. Cosas que ya sabía de sobra Alejandro sin necesidad que se lo dijese un médico, por muy amigo suyo que fuese. Que su salud era buena saltaba a la vista y que estaba más bueno que el pan recién hecho también era evidente con sólo echarle una ojeada al crío. Eso vestido, porque desnudo era difícil no comérselo de apetitoso que resultaba el chiquillo. Y reprimirse para no follarlo sin parar, se hacía mucho más costoso para un macho cargado de energía sexual y los cojones llenos de leche.

El amo celebró la noticia sanitaria con un polvo con comida de todo sin dejar nada del esclavo por morder y lamer. Y en la refriega se mamaron la polla uno al otro, con corrida en ambos casos. Y recuperados del primer asalto vino la penetración anal en todas las posturas, para terminar sentado el crío sobre su amo, clavado en la verga y saltando como un pelele, viendo al techo y al amo, por tiempos, procurando recuperar el aire y no quemarse por dentro de tanto fuego, fricción y pasión. Y como de costumbre, la leche del amo le refrescó las entretelas, vaciándole también los huevos al chaval.



Pero esta noche de la cena en casa de Pablo sería menos erótica en principio. A no ser que con el vino se desmadrasen los señores y terminasen por encima de la mesa dando por culo a los tres niñatos. Pero Alejandro dudaba que Borja se dejase bajar los slips de marca delante de los otros muchachos y pusiese el culito para que su novio se lo airease a pollazos. Lo más seguro es que estuviese casi toda la velada de morros y mirándose al espejo o en cualquier cristal para ver si él era el más guapo y el mejor vestido de los tres chicos. El puñetero sólo vivía para los trapos y ser el que más de su círculo de amiguitos y el que iba siempre a la última moda gracias a los posibles de su novio médico. En una palabra, un puto chulo de mierda, que sólo le importaba el dinero, y Pablo no quería verlo. Iba a ser complicado que se calentase la noche y lo más seguro es que todo se quedase en una cena aburrida y llena de salidas de tono de Borja.

Y por si acaso se templaba el sarao, Alejandro supervisó el atuendo de los dos chicos y tuvo que confesarse a si mismo que estaban hechos un brazo de mar. Guapos a rabiar, los dos cabrones!. Estaba seguro que su amigo Pablo iba a quedar gratamente impresionado con ellos. Y sobre todo con Diego, al que aún no conocía. Porque, aún siendo totalmente distinto a Borja, el caprichoso novio de Pablo, este otro chaval sudaba lujuria por todos sus poros, con tal de saber causarle dolor, y de cintura para abajo podía tener a este amigo de Alejandro presentando armas con la polla todo el rato. Sin olvidar que al ser médico el susodicho, estaba en posición de hacerle virguerías a Diego para hacérselas pasar putas. Sólo con aplicarle algunas técnicas de exploración anatómica, sin anestesia, ya tendría al chaval hecho un flan de caramelo para caérsele la baba de gusto al doctor. Lo cachondo que se pondría Dieguito con una sonda urinaria hasta la vejiga y casi sin lubricante o una punción lumbar bien hecha!. Y no digamos con un tacto rectal hasta los intestinos con lavativa previa, o un sondaje nasogástrico con regodeo y purga. La medicina, aún en estos tiempos modernos, tiene torturas sofisticadas para hacer vibrar a un masoca como Diego y hacer que se corra de gusto, el muy puto.

Alejandro ya estaba maquinando un plan para emparejar a su amigo Pablo con Diego. Pero por otra parte iba a echar de menos sus comidas y lo demasiado bien alimentados que los tenía a él y a su esclavo. Sin olvidar que Alex ya se había hecho a estar con el otro chaval y jugaban juntos con la consola y con cualquier tontería que se les ocurriese. Al fin y al cabo eran un par de críos todavía y se echarían de menos al separarse.

Pero el problema se llamaba Borja, de cuyo culo estaba enchochado su amigo Pablo, aunque el chico se lo vendiese bastante caro con caprichos, morros y enfados de gilipollas. Que es lo que era en realidad el puto memo. Además, si Pablo se quedase con Diego, podía seguir siendo amigo de Alex y jugar juntos, frecuentando con su amo la casa de Pablo o éste la de Alejandro con Diego, que para el médico sería un esclavo en lugar de un novio estúpido y presumido, lleno de vicios de niño mal criado.

Y si le decía a su amigo que le hiciese una revisión médica a fondo a Diego?. El le pondría a Pablo en antecedentes sobre las tendencias sexuales del chaval y, conociendo la afición de Pablo por un buen culo, no podía fallar que al menos le metiese un polvo después de darle una vuelta de torniquete estrangulándole los cojones. Y si Diego se ponía cachondo y sabía exprimirle la polla a Pablo con el esfínter, la cosa ya estaría medio hecha.

Alejandro daba por seguro que el chico sería un buen esclavo para su amigo. Y si Pablo mordía el anzuelo, el bobo de Borjita se iría a tomar por culo, que buena falta le hacía. Pero jodiéndoselo un par de camioneros sudorosos y grasientos en la cuenta de una carretera de segunda. Y luego que lo dejasen tirado para que al hacer autoestop con los pantalones rotos y el culo chorreando lefa, se montase en un furgón y le diese otra vez caña a saco un desalmado cabrón que le rompiese el culo metiéndole el puño por el ano. Así aprendería lo que vale un peine, el tonto lava de los cojones.



Aunque eso es probable que fuese lo que deseaba el muy jodido desde hacía tiempo. Porque los que van de estrechos, suelen ser los más putas en cuanto le rompe las bragas un macho sucio y oliendo a castrón repulsivamente, después de darle un par de hostias.

Aunque de momento lo único que tenía por delante sólo era una cena en casa de su amigo y en compañía de su novio, el pijo, y su esclavo Alex, además de la mercancía que intentaba endilgarle a Pablo, de naturaleza esclavo y por nombre Diego. Y, este puto cabrito, muy atractivo, guapo, macizo y fuerte, masoquista y cocinero, puta y perra viciosa como la mejor. Y con eso partía para la casa de Pablo a cenar acompañado por los dos chavales.

2 comentarios:

  1. Quiero el proximo capitulo! como sabes como mantener la intriga! felcitaciones!!! saludos

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  2. Buenísimo Andreas, los personajes son muy atractivos.
    Mi bestia es también guapo, fuerte, masoquista y cocinero, bastante puta y vicioso, pero que bien me vendría un Dieguito como decimos aquí en Argentina "cama adentro".
    Besos

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