"Quién dará vida al bello esclavo sino su amo?. Sus rasgos pueden ser perfectos y su cuerpo hermoso, pero sólo su señor posee el corazón del siervo que vive por y para el placer de su dueño. De su amante y de su dios. El es sólo un pobre perro triste si le falta la mano que sujete la cadena con firmeza y afecto. Solamente es carne sin el alma que le regala el amo al fecundarlo de amor"
ANDREAS

domingo, 23 de enero de 2011

12 El acto

Lo cubrió de caricias y besos por todos los rincones de su cuerpo. Lo llenó de babas, más por los pezones, los dedos de los pies y de las manos y fundamentalmente por la raja del culo y el ano. Se lo comió a pequeños bocados, sobre todo por las orejas, la espalda, las nalgas, la nariz y los labios. Lo inundó de ternura y amor por dentro y lo estrechó y apretó contra su pecho con toda el alma. Alejandro se dio entero a su amado sin reservarse nada.

 
Y Alex también se despachó a gusto con el cuerpo de su amante, subiendo y bajando con la agilidad de un gato en cuanto Alejandro lo dejaba suelto por unos instantes. Correspondió con creces a cuanto recibía y se entregó como una ofrenda a su dios.
Los dos se amaron. Los dos se amaban ya desde el primer día que se encontraron, sin necesidad de sexo entre ellos. Pero esa noche era distinta y la cama en la que ya habían estado juntos otras veces se trasladó a un paraíso. El muchacho besaba sin cesar de llorar y el hombre no dejaba de recoger sus lágrimas besándolo. Sus penes reflejaban el grado de excitación y tensión sexual creada por ellos y la piel de ambos estaba hipersensible a cualquier roce o tocamiento.
Quizás tanto el pubis como los muslos del chico estaban más pringados de precum, pero el otro también esparcía líquido preseminal en abundancia, sin contenerse en absoluto como si fuese otro adolescente con efusión hormonal.

Alejandro pasó la mano a lo largo de la espalda del crío y llegó a los glúteos. Lo puso boca abajo y lo besó desde la nuca hasta el ojo del culo. Ya se habían chupado la polla y los testículos, pero al ano de Alex tenía que darle el último toque antes de penetrarlo. Le separó las piernas y metió la lengua por el esfínter, diciéndole que levantase un poco el culo para llegar más adentro.

 
Alex tuvo que morder la almohada y apretarla con los dedos de ambas manos para resistir tanto gusto sin correrse. Gemía y casi maullaba como una gata encendida por el celo, pero se abría el cuerpo para sentir la húmeda caricia en el fondo de su ser. Alejandro sabía como emputecer a un hombre dándole gusto en el culo y más a un muchacho que ya era su propia vida. El crío estaba candente como un tizón y hasta se le notaba hervir la sangre, sobre todo en la polla. Tenía los huevos inflamados y duros como pelotas de frontón. Y los músculos se le habían tensado tanto que parecía de acero templado y agudo como una espada de Toledo, pero quebradizo ante un mal golpe.

Una pieza tan exquisita sólo podía ser manejada por un gran espadachín que supiese templar y mandar, como el maestro consagrado hace con el toro en el albero, hasta llegar al momento cumbre en que ha de entrar con el estoque sin pinchar en hueso. Alejandro estaba obligado a ser certero y no fallarle a su precioso muchacho en el instante más trascendente de su vida.
De las sensaciones y placer que le hiciese sentir al penetrarlo y follarlo, aunque padeciese dolor con las embestidas, dependería el juego que el chaval le daría por el resto de su vida. Un hombre bien follado siempre estará eternamente agradecido a su follador y sólo recordarlo aumentará el placer por mil al volver a tener su cipote dentro del culo.


Alejandro montó sobre el chaval, totalmente abierto de patas y con el culo ligeramente alzado sobre el colchón, apoyándose en los muslos y rodillas, y le dejó caer en sus tímpanos el murmullo de su cariño con palabras que sosegaban el disparado corazón del muchacho: “Mi niño, tranquilo.... No tenemos prisa... Sé lo que deseas sentir mi verga dentro, rozándote y notando como se clava en ti.... Yo también lo deseo desde que te vi y te di el primer beso en esta mejilla....... Porque recuerdo que fue esta misma que te beso ahora....... Voy a tocarte el agujero con los dedos para ver como estás de caliente y mojado....... Notas como se abre en cuanto siente la punta de mi dedo?.....


Te dilatas tu mismo sin que tenga que hacerlo yo...... Lo tienes ardiendo de deseo como el coño de una perra cuando el macho va a cubrirla”. “Alejandro..... No aguanto más sin que me folles...... Clávame de golpe si lo deseas, pero métela entera que me vuelvo loco esperando tu polla”, le suplicó el chico. Y el amante dijo: “Sé lo cachondo que estás, pero siempre será a mi modo y cuando yo lo quiera.... Tú sólo tienes que esperar y sentir como te entra despacio....... Así...... Lo ves?......... Notas el capullo?”, preguntó Alejandro justo al notar que se abría paso en el culo de Alex. Y éste gimió, se quejó y chilló, para volver a gemir, pidiéndole: “Sí...Mi..... amor...... No me la saques”.

 Si lo notaba, le había preguntado al chaval. Alejandro sólo tuvo que presionar un poco y el ojete de Alex empezó a tragarse la verga que lo forzaba. De pronto había sonado como una botella de cava que se descorcha, pero en lugar de salir, entraba un grueso tapón de carne que parecía no tener fin. Se fue deslizando poco a poco hasta el fondo del recto y le hizo quejarse y hasta chillar, pero ya la tenía dentro entera, y se la sacó de golpe. Y casi empezando una protesta, se la clavó encarnándola toda en el muchacho. Y ahora empezaba a follarlo.


Alejandro ya estaba dentro de su amado y comenzó a moverse rítmicamente con el impulso de sus caderas. Al principio lo hacía con lentitud, dejando que el carajo recorriese todo el camino sin prisa, como paseando por su jardín a oscuras en plena noche. El crío tan pronto hundía la cara en la almohada como se volvía buscando la boca de su amante rogándole un beso. Las manos no terminaban de decidirse por apretar con los dedos o clavar la uñas en la sábanas. Y Alejandro le decía que levantase más el culo para entrar a fondo en él.

Alex sentía el puyazo de la verga de Alejandro tan dentro, que le daba la impresión que le empujaba el ombligo. Pero aquello sí era el deleite esperado. Creía morirse de gusto y al mismo tiempo el frotamiento y las embestidas fuertes y secas le hacían saltar con un pinchazo electrizante e intenso, sin diferenciar si gozaba más con el dolor de la clavada o el cosquilleo de la caricia dentro de sus tripas.


Llevaban más de media hora metido uno en el otro, sin detenerse ni para recuperar el aliento y reponerse de lo jadeos y respingos que ambos prodigaban en una locura de pasión sin freno. Alejandro quería cambiar de postura y darle caña a Alex de frente, con las patas en alto, y se la sacó. Dándole la vuelta y agarrándolo por lo tobillos le alzó las piernas y volvió a encastrarle la verga en el culo. Y volvió a joderlo ahora con más energía, dándole fuerte y metiéndole los cojones en el ano de tanto pegárselos al agujero.

Alex volaba manteniéndose en la tierra solamente con los hombros. Los suyos sobre la cama y en los de su amante los tobillos para no bajar las piernas. Así le ofrecía mejor el ojo del culo para caneárselo a tope como si estuviese expuesto al sol radiante del verano y dejárselo ardiendo. Ya estaba maduro para correrse, pero Alejandro no le daba la orden para hacerlo, ni tampoco se vertía él llenándolo hasta el borde del agujero. El amante quería darle por el culo a cuatro patas como a una perra en celo.

Y eso es lo que era. Una puta perra cachonda y caliente como las brasas, que llevaba más de un año esperando a que le rompiese el culo Alejandro. Que lo gozase el hombre al que amaba con toda su alma. Sencillamente, que lo preñase su amo y ese sería el colmo de su éxtasis.
Pero Alejandro deseaba verlo dándole el culo, encendido como un puto cabrón y salido como un mono que no para de cascársela, y babeándole la polla que apenas podía retener por más tiempo la leche que se agolpaba en los huevos del chico. Iban a correrse juntos mientras lo fecundaba y sería montándolo como el lobo más fuerte cubre a otro más joven para someterlo a su autoridad en la manada.


Le ordenó colocarse arrodillado sobre la cama y tocar el colchón con la frente. Y le dijo con voz autoritaria: “Abrete de patas y separa las nalgas con las manos”. Le arreo dos sonoros cachetes y entró de golpe en el culo del chaval. Le hizo gritar otra vez, pero más que un chillido era un estertor de lujuria que salía desde su alma. Y no fueron necesarios muchos empellones, pegando fuerte con los muslos en las cachas del chaval, para que, entre expresiones de placer y delirio, les saliese también a los dos la libido por los ojos y la lascivia escurriese desde los labios.

  Un espasmo más fuerte era el preludio de las espesas ráfagas de esperma que entraban en el vientre de Alex y la leche que éste dejaba en la palma de la mano de su amante, que se fue escurriendo por los lados hasta que alcanzó la boca del chico para que la lamiese.

Cayeron juntos sobre la cama y Alex no podía retirar sus ojos de los de Alejandro. El amante le dijo al amado: “Ya sabes lo que es tomar por el culo”. “Sí, Alejandro. Sé lo que es que te den por el culo, pero sé mucho mejor lo que significa sentirse amado.... Por qué me hiciste esperar tanto?, respondió el chaval. Y Alejandro contestó: “Precisamente para que supieses lo que es ser amado y no follado solamente, por mucho que te jodiese o te diese por el culo sin metértela. Ahora sabes bien lo que son ambas cosas, mi niño....... Y sufrimos los dos para poder disfrutar de este momento y todos los que vendrán durante el tiempo que estemos sobre la tierra..... Mil veces te diré que te quiero mucho, Alex. Y esto sé que es amor”.

El chico se limitó a darle un largo beso en la boca, pero siguió pegado a él para calentarlo otra vez y que volviese a meterle otro polvazo como el anterior. Esa noche era única y diferente, porque por la mañana sería otra vez más el esclavo de Alejandro que su amado, aunque lo siguiese amando cada vez más. Pero el chaval había probado la miel y aún tenía su dulzura en los labios. Y ya se sabe que los niños siempre se pirran por los caramelos y las golosinas, Como se suele decir ahora y es el término usado por ellos, las chuches de todos los gustos y sabores, siempre que sean dulces.

Sin embargo, Alex ya tenía cuanto necesitaba, porque tanto como ser el amado de Alejandro, precisaba ser su esclavo. Su vida no tenía más objeto que servir a su amo y ser usado por él.

7 comentarios:

  1. Impecable como siempre, gracias por escribir estas maavillas. Saludos!

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  2. son muy chikis, sus pijan no miden ni 20 cm

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  3. miden lo que les mide a todos no mas

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  4. SI NO MIDEN MUCHO MIDEN LO NORMAL yo la tengo de 18 cm`s y una vez un chico cuando me pregunte se lo dije orgulloso y me dijo que era chica como que las personas que solo ven mucho porno creen que un pene normal debe de ser de 20 cm`s pero bueno al momento de la accion hasta lloro aun crees que es poco?

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  5. De casualidad sabes de donde provienen esas imágenes?? El Alejandro se ve tan fuerte y maduro y Alex tan sexy de todo..que dan ganas de hacer un trio con ellos. Aaaah quiero el video de eso!!....

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    1. El Alejandro es Miklos Arpad, y dos modelos distintos hacen de Alex; Zack Randall (en las fotografías más grandes) y Mathan Shalev (en las fotografías más pequeñas)

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