Nada más llegar al monte, Alejandro buscó la sombra de una carvalleira para descansar y sestear un rato. Se quedó en calzoncillos y los chicos extendieron juntas sus dos toallas en el suelo, bajo un roble, y se tumbaron los tres dejando a Alex en el medio. Alejandro abrazó a su esclavo y éste se apretó contra su dueño como un gatito mimoso. Guille miraba a la pareja con algo de envidia y dijo: “Es agradable veros tan cariñosos.....Alex es un tío muy majo y no puedo creer que vayas a darle con la correa viendo los mimos que le haces”.
Alejandro sonrió con malicia y contestó: “Tengo que castigarlo para que no se desmadre y la próxima vez piense que sólo es mi esclavo. Pero eso no quita para que lo acaricie y lo bese, porque también es mi chico y me gusta tocarlo y tenerlo entre mis brazos. Su piel es de seda y me excita olerlo. Si vieses su cara te darías cuenta de lo feliz que es estando así conmigo. Pasa los dedos por su espalda y verás que sensación más erótica”.
Guille dudó unos segundos, pero claudicó y rozó la piel de Alex con las yemas de sus dedos. Alejandro le sugirió: “Acércate más para apreciar mejor su aroma. Huele muy bien, verdad?. Y es su perfume natural”. “Sí” afirmó el chaval. Y añadió: “Me está poniendo cachondo”. Y se separó un poco.
“Está empalmado igual que yo”, dijo Alejandro, añadiendo: “Si no estuvieses delante dejaría que me la chupase”. A Guille le faltó tiempo para decirle: “Si es por eso y os molesto me voy un rato y os dejo que hagáis lo que os apetezca”. Y Alejandro respondió: “Tú no nos molestas. Lo digo por si no te resulta agradable verlo. Por mi no tengo ningún problema en que veas como me la mama Alex”. “Pues no te cortes y deja que te lo haga, que a mi no me asusta ni me importa verlo. Y si me ponéis muy caliente me casco una paja y en paz”, dijo Guille.
Alejandro se quitó los calzoncillos y le ordenó al esclavo que se desnudase también. Guille, quizás por mimetismo o porque le apetecía, se puso en pelotas y los otros dos pudieron ver que su polla estaba tan tiesa como las suyas. Alex se arrodilló y bajó la cabeza hasta ocultar la verga de su amo en la boca y cerró los ojos para concentrarse en darle placer a su señor sin tener en cuenta la presencia de Guille.
Alejandro respiraba despacio, demostrando el gusto que sentía, y el voyeur se tocaba la minga sin recato, mientras Alex se relamía y se babeaba follándose la boca al mamar la adorada polla de su dueño.
Por un momento la sacó para lamer el glande y Guille exclamó: “Joder!. Menuda tranca que te gastas tío!. Y es posible que todo eso le entre por el culo a éste?”. Alejandro sólo le respondió: “Entra mucho mejor de lo que imaginas y en cualquier culo. Y también en el tuyo, sin ir más lejos”. “En el mío no me lo creo!. Cuando lo toco lo noto muy cerradito. Es imposible que puedas meterme ese pollón sin rajarme el culo”, afirmó Guille. Y Alejandro ya lo tenía en la red: “Si te atreves podemos probar a ver si te entra como a Alex”. “Me da miedo!”, exclamó Guille. “Eso es otra cosa..... Para poner el culo a otro hombre y soportar el pollazo hay que ser un macho de verdad como lo es mi esclavo”, le pinchó Alejandro. Y el chaval entró al trapo: “Yo sí soy un macho que me follo a tías!. El que pone el culo es un maricón!”. Alejandro sacó el cipote de la boca de Alex y le espetó a Guille: “Si la cosa va de ser maricón, lo somos los dos independientemente de quien ponga el culo. Pero tú no eres más macho que nosotros o tu hermano por tirarte a una tía en vez de follar con otro hombre. Y te repito que para dejarse dar por el culo como es debido hay que ser muy hombre, lo mismo que para rompérselo a vergazos a otro tío. Y si te atreves, mi verga está dispuesta a desvirgarte para que sepas si te gusta más la polla de un macho o el coño de una hembra”. Guille se puso algo colorado y se disculpó: “Joder!. No te cabrees que no quise llamaros eso, pero es que tienes una cacho polla que da miedo. Debe ser tremenda la sensación de tener todo eso moviéndose dentro del culo!”.
Alejandro le quitó hierro a la cuestión y le dijo que no le molestaba que hubiese dicho eso, porque efectivamente Alex y él eran maricones en toda la extensión de la palabra. Y comprendía la manera de expresarse de un heterosexual al referirse a ese tema. Y le ordenó a su esclavo que le dijese que sentía con su polla dentro cuando lo follaba.
Alex le respondió que ya se lo había explicado en la playa. Y añadió que sólo teniéndola dentro se podía comprender el gusto que podía dar sentirla entrar y moverse, unas veces despacio y de una manera suave y otros con rapidez y muy fuerte como si te fuese a partir en dos. Pero que en ambos casos era algo sublime e inolvidable.
Y de repente Guille dijo que tenía que cagar y salió disparado hacia los matorrales. A los cinco minutos a Alex también le entraron ganas de hacer de vientre y Alejandro le dijo que fuese para otro lado, ya que lo que sobraba allí era sitio para defecar sin interrumpirse uno a otro. Para algunos eso de cagar de campo es una satisfacción, aunque para otros sea bastante incómodo al no poder sentarse y hacerlo en cuclillas, pero a los dos muchachos les apretó la necesidad y era preferible que soltasen lastre y no se lo hiciesen encima.
Es probable que los chavales tuviesen que aligerar la tripa después de la comida, pero también podía ser que el repentino apretón de Alex se lo ocasionase el inminente castigo que le esperaba atado a un roble. La correa le hacía temblar y no era raro que se cagase de miedo pensando en el dolor que iba a soportar con los azotes. El caso es que los dos chicos se alejaron, cada uno por su lado, y Alejandro decía entre dientes: “El que con niños se acuesta, ya se sabe, amanece meado. En el fondo son dos putos críos y si no estás atento se hacen pis y caca en los calzones. Menudos azotes merecen los dos antes de darles por culo!”.
Primero volvió Guille y andaba un poco apurado porque no encontró nada mejor para limpiarse que unas hojas de helecho y se las había arreglado de mala manera. Alejandro se apiadó del chico y le dijo que en el coche llevaba toallitas húmedas de las que se usan para limpiar a los nenes, puesto que siempre eran útiles para asearle el culito a Alex después de follarlo. Y nada más decir eso apareció el otro con el mismo problema. Y eso dejaba claro que Alejandro tenía razón y eran dos críos que todavía necesitaban que les limpiasen el culo.
“A ver, par de cochinos!. Os habéis limpiado el culo ya?..... Pues si es así, toca cumplir el castigo”, dijo Alejandro. Y fue hasta el coche para coger una cuerda con la que atar a su esclavo a un carvallo y darle los veinte correazos prometidos. Alex se puso pálido al ver que su amo echaba mano del cinto, pero se resignó y se colocó frente al árbol para ser amarrado, como un cabrito dispuesto al sacrificio.
Guille perdió el color también y le rogó a Alejandro que no le pegase a Alex, porque la culpa la había tenido él. Y Alejandro le explicó: “Ya te dije que él es culpable y a un esclavo hay que educarlo para que sea cada vez mejor. Además si él no debe ser castigado quiere decir que tú te mereces el castigo y tendría que azotarte el culo a ti. Estás dispuesto a asumir tu culpa?”. “Joder, tío!. Atado a un árbol y con esa correa es demasiado. No puede ser con la mano?”, objetó Guille. “Te refieres a si en lugar de darle con el cinto sujeto a ese carvallo le zurre sobre mis rodillas dándole con la mano?”, le preguntó Alejandro. “Sí. Eso sería menos duro y además no creo que haya sido tan grave la cosa como para flagelarlo de ese modo?”, replicó el chaval. Alejandro hizo que meditaba y pensaba la petición de Guille y le propuso: “Está bien. Ya que tanto te preocupa el culo de mi esclavo, estoy dispuesto a darle la mitad de azotes en el culo, sobre mis rodillas y con la mano. Pero a cambio de que la otra mitad te los de a ti de la misma manera. Aceptas?”.
Sólo se oía el viento y algún pájaro. Y los dos críos se miraron como interrogándose mutuamente, uno le preguntaba al otro si lo hacía y el otro quería saber por qué iba a hacerlo para librarlo a él de los correazos.
Y Guille habló: “Vale...... A cual de los dos le arreas primero?”. “A ti”, contestó Alejandro. Y le exigió: “Y luego me darás las gracias como lo hace mi esclavo..... Ven y ponte sobre mis piernas boca abajo”.
Y se puso. Y Alejandro le atizó diez nalgadas con toda la fuerza de su mano abierta, pero el chico no se quejó ni soltó una lágrima. Cargó con su parte del castigo como un hombre de cuerpo entero, pero no controló su minga y se le puso dura al contacto con los velludos muslos de Alejandro. Al incorporarse, el chico dijo: “Gracias, señor”. Y detrás le tocó el turno a Alex. Y, como siempre, sufrió los golpes con entereza y sin rechistar, bajo la mirada de Guille que se frotaba el trasero a dos manos para paliar el picor, ya que el dolor no podía evitarlo, y su picha latía en el aire negándose a perder la erección. Y Alex le dio las gracias a su amo.
Terminado el correctivo, Alejandro les dijo: “Os habéis comportado como esperaba. Alex vete al coche y trae la crema hidratante para refrescaros el culo y devolveros el color dorado en las nalgas. Luego nos sentaremos, o vosotros permaneceréis de pie si os duele mucho el trasero, y seguiremos charlando sobre algunos temas que han quedado pendientes. No es cierto, Guille?”. “Sí, señor”, acató el muchacho sin parar de acariciarse el culo. Guille estaba empezando a conocer la diferencia entre un machito que va de hombre y un hombre que es un macho. Y hasta el pelo del pecho le puso nervioso e intranquilo, porque, además, al estar tumbado sobre sus piernas y rozándole el sexo, el olor del macho todavía le llenaba el olfato y embriagaba el cerebro.
Uff!!! Dónde encuentro un amo como ese?
ResponderEliminarcandente9@hotmail.com
Se lo va a cargar a Guille?? q intriga! besossssssssss
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