La jornada diaria para Alex era muy apretada. Se levantaba temprano para hacer gimnasia y algunos ejercicios físicos y se duchaba y vestía a toda prisa para salir chutando a clase. A mediodía volvía a casa para comer y descansar unos momentos junto a su amo y, en cuanto su dueño se despejaba después de un corto cabeceo somnoliento, se ponían manos a la obra para dar salida a diversos asuntos relacionados con el trabajo de Alejandro.
El esclavo servía a su señor en todo y era un elemento cada vez más valioso para todos los aspectos de la vida de su dueño. A veces, mientras el chico hacía algo, centrado en su tarea, Alejandro lo observaba y pensaba que si le faltase ese muchacho ya no sabría como vivir la vida sin él. Poco a poco y sin planearlo ninguno, se creó una dependencia a dos bandas y los dos estaban atrapados en la misma red.
Se había establecido una simbiosis tan perfecta, que no era concebible la existencia de uno sin el otro. Y eso se reflejaba en un ansia desacerbada de ser uno solo fundidos por el amor. Alex sólo entendía el mundo visto con los ojos de su amo. Y el amo no quería que el mundo existiese más allá del aire encantado que emanaba de su esclavo. Ese ámbito era todo lo que precisaba Alejandro para vivir y tener el universo en sus manos. Un universo tanto más perfecto cuanto crecía y se desarrollaba su Alex. Su amor. El corazón que hacía latir el suyo. El hijo que había nacido de su primer amor de crío para que fuese de su absoluta propiedad. Para que fuese él mismo desdoblado en dos cuerpos con un mismo espíritu. Es decir, una misma vida para el joven amado y su amante.
El esclavo excitaba a su dueño tan sólo con su indolencia al tumbarse en el sofá o con cualquier gesto de la mano. Y si sonreía y le brillaban los ojos al mirarlo, entonces el amo perdía el sentido y no podía volver la vista hacia otro lado. El adolescente modo de andar del chico lo encandilaba y su risa de niño alegre lo envolvía en un mundo sin miedos ni temores de ningún tipo. Alex era la chispa para prender el ánimo de Alejandro cada mañana.
El amo pensaba en muchas cosas y el chico escribía en su ordenador y consultaba libros y apuntes. Y Alejandro le dijo que se acercase. El chico alegó que le quedaba bastante por hacer y que tenía que presentar el trabajo al día siguiente en clase. Pero el amo le ordenó que obedeciese, porque lo primero era su dueño. Alex le pidió perdón y se levantó yendo hacia el sillón de Alejandro. El amo le dijo que se sentase en sus rodillas porque quería besarlo y el chaval lo hizo esperando algo más que un beso.
Y Alejandro le volvió a decir: “Estas muy crecido. Pesas un huevo ya. Pero me gusta tenerte sentado como si todavía fueses un crío. Te he dicho que cada día estás más guapo y más hombre?”. “Amo, ya tengo veinte años y medio. Cada día soy menos niño, pero contigo me siento pequeño como el primer día que me viste en el colegio. Y más cuando me zurras en el culo sobre tus rodillas”, dijo el esclavo. Y el amo añadió: “Ya hace tiempo que no te doy unos azotes. Se ve que al ser mayor te haces más bueno”, Alex recostó la cara en la de su dueño y protestó: “Me zurraste la semana pasada. O ya no te acuerdas?”. “No.... Y por qué te castigué. Algo harías!”, repuso el amo. “Con las prisas deje tirados unos pantalones en la habitación y me cascaste duro”, contestó el chaval. “Y después?”, preguntó Alejandro. “Me follaste como sueles hacer si el castigo no es muy serio”, dijo el esclavo. “Entonces más que un castigo fue un premio. Seguro que te pegué para sentir el calor de tus nalgas en mis piernas. Ya sabes que eso me gusta”, manifestó el amo. “Sí, amo”, afirmó el crío.
“Pues voy a darte una zurra por no venir a la primera con la excusa del ese trabajo que haces. Levantate y ponte de espaldas”, dijo el amo. “Me tumbo en tus piernas?”, preguntó Alex. “No. Quiero hacértelo de pie”. Y el amo besó las nalgas del chico muy lentamente y recorrió la raja del culo con la lengua para detenerse en el ojete y lo folló con ella despacio, humedeciéndolo bien por dentro, al mismo tiempo que con los labios le besaba el ano. Alex suspiraba levantando la vista al techo y se le levantaba el vello con la profunda caricia que le daba Alejandro dentro del culo. El amo se puso en pie, subiendo con la punta de la lengua por la espalda de Alex y le mordió en el cuello.
El esclavo exclamó entre gemidos: “Es un castigo demasiado duro para la falta que cometí si ahora no me rematas con un pollazo y me revientas el culo, mi amo!”. “Me pides clemencia acaso?”, inquirió el amo. “Sí, mi amo. Te suplico perdón por ofenderte y te ruego que no seas tan severo conmigo”, Pudo decir Alex enloquecido de gozo. Y Alejandro le otorgó el perdón y se la encastró sujetándolo fuerte por el vientre. Alex chilló pero se deshizo en leche al poco tiempo.
El amo descargo dentro del muchacho y le dijo: “Ahora sigue con tu trabajo y termínalo antes de cenar. Tenemos que acostarnos pronto y seguramente te daré otra dosis del mismo castigo”. “Lo terminaré a la velocidad del rayo después de cargar las pilas de esta manera. Gracias amo. Creo que nunca aprenderé a ser bueno y siempre mereceré tus castigos. Ten paciencia conmigo porque te quiero”, contestó Alex tocándose el ano para deleitarse con lo dilatado que lo dejaba su señor al darle por el culo.
Más tarde Alejandro le dijo a Alex: “El sábado cenamos en casa de Pablo........ Creo que Diego nos va a preparar una cena de lujo...... Pablo está encantado con el muchacho y le quiere de verdad. Me alegro de haberles unido”. Y Alex añadió: “Sí, amo. Diego está enamorado de su amo y es feliz..... Sabes que su señor montó un consultorio en casa sólo para hacerle las revisiones a su esclavo?..... Diego las pasa canutas, pero disfruta la hostia”. “Lo sé”, respondió Alejandro. Y continuó: “Pero también follan sin más, como hacemos nosotros, y cuando lo preña, el chaval goza y se eriza como una gata acorralada en un callejón por todo los gatos del barrio. Os daremos un postre especial a los dos. Habéis sido buenos chicos y lo merecéis. No es cierto?”. “Sí amo”, contestó Alex pensando en lo que les tendrían reservado los dos amos para ese sábado en la sobremesa de la cena.
“Alex. Te falta mucho?”, Preguntó Alejandro. “No, amo. Lo remato y ya está listo”, respondió Alex. Pero el amo tenía ganas de hablar con su chico: “Nunca me has dicho si algún compañero de clase te tiró los tejos y pretendió ligarte. Lo hizo alguno?”. Alex volvió la cabeza y contestó: “Sí. Pero no le hice caso.... No me interesa otro hombre que no sea mi amo. Y menos un niñato como yo!....... Hubo varios que me siguieron a mear y se pusieron a mi lado para verme la polla. Ahora siempre meo en un retrete y ya no hay problema”. El amo dijo: “Es normal que te suceda eso. Eres un tío muy atractivo y guapo. Y estás muy bueno, tanto por delante como por detrás..... Llegaron a tocarte el culo o intentar besarte?”. “Sí, amo. Pero no consiguieron nada.. Por qué me haces esas preguntas, amo?..... Es que ahora dudas de mí?”, dijo el chaval un poco molesto. Y el amo siguió: “Eres mi esclavo y no tienes intimidad y nunca me has hablado de esas cosas. No dudo de ti, pero yo tengo que saber todo lo que te suceda. Cuéntame como pasó”.
“El chico se arrodilló delante de su amo y le contó: “Sólo uno me tocó el culo en un baño y le dije que si lo hacía otra vez le partía la cara. Se extrañó porque sabe que no me van la tías, pero le dije que vivía con mi pareja. No se si hice bien y debí decirle al verdad, pero me puse nervioso y no se me ocurrió otra salida mejor.”. “Estuvo bien esa contestación. Es guapo ese muchacho?”, insistió el amo. “Sí, amo. Hay varios y varias que andan tras él. Creo que si le gusto es porque no le hago caso y paso de él como de la mierda”, contestó Alex. “Hay mucho gay?”, preguntó el amo. Y el esclavo respondió: “Claro. Tanto tíos como tías. Pero creo que los maricas ganamos por goleada. Y debe haber mucho sumiso en ciernes, amo. Y a muchos les gusta poner el culo, según dice uno que me habla de estas cosas a veces. O al menos él se queja de eso. No le da reparo entrarle al primero que ve con un buen paquete y ya se ha llevado más de una hostia. Pero el todo lo arregla diciendo que son maricas reprimidas y unas putas pasivas. A veces me hace reír porque por lo menos es simpático”. “Y no le has dicho a ninguno que tienes un amo?”. Alex miró al suelo y dijo: “No, amo..... No he contado nada sobre mi vida. Sólo que mi pareja es un hombre muy guapo y varonil. Y a ese que sólo le gustan las pollas, le dije que a mi me revientas el culo a diario y me llamó perra y luego añadió que se quería morir porque él no tenía un macho así de follador ”.
Alejandro acarició la barbilla de Alex y le ordenó: “Cuando hables con ése otra vez dile que eres mi esclavo y que te quiero con todas mis fuerzas...... Termina el trabajo que tengo hambre de ti”. “Sí, amo”, dijo el esclavo. Y preguntó: “Quieres que me lave por dentro?”. “Estás bien así. Además primero tenemos que comer algo...... Yo me pido tu polla con la leche. Pero eso será de postre. Y el culo después”. “No me vas a dar postre, amo?, quiso saber el esclavo. “Sí. Plátano”, dijo el amo. “Y leche?”, insistió Alex. “Antes de dormir..... Como siempre, mi muchacho”, afirmó el señor.
Maravilloso. Tierno y amoroso. Genial!
ResponderEliminarSe le han notado los celos al amo...
ResponderEliminarMuy bien Andreas, casi nadie habla de eso.
Por más que estemos seguros de nuestros bienes tememos que las miradas ajenas codiciosas, lleguen a ser más que miradas.
Besos
No crees que los celos no son otra cosa que un sentimiento de posesión?. Celas porque temes que te quiten lo que consideras de tu propiedad. Y cómo no va a celar el amo de que le puedan robar sus bienes más valiosos!. Besos, Dama
ResponderEliminarYo quisiera ser esclavo de un policía, que, me diese muchas palizas al culo con la mano.
ResponderEliminarUn policía joven, cachas, de manos enormes.
Chulo y brabucon
CULETE DE CARLET
Recaderorico@terra.es
hola alex me emocione al ver esta historia... muy buena. segui asi
ResponderEliminarQue rico encontrar un amo así...
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