"Quién dará vida al bello esclavo sino su amo?. Sus rasgos pueden ser perfectos y su cuerpo hermoso, pero sólo su señor posee el corazón del siervo que vive por y para el placer de su dueño. De su amante y de su dios. El es sólo un pobre perro triste si le falta la mano que sujete la cadena con firmeza y afecto. Solamente es carne sin el alma que le regala el amo al fecundarlo de amor"
domingo, 23 de enero de 2011
19 La cena
Al cabo de dos semanas en el culito de Alex ya no quedaba ni el recuerdo de la correa y su ojete cada día estaba más y mejor follado por su amo. Le metía una media de tres a cuatro polvos por día y solamente un esfínter tan joven podía soportar esa marcha sin deformarse ni perder su primera lozanía. Antes de clavársela daba la impresión que nunca se la habían metido todavía. Era un circulo pequeño y cerrado de color rosado y siempre húmedo como si rezumase jugo al tocarlo.
Al chico ya no le importó que su amo volviese a ir al sótano al día siguiente de la zurra y se quedó tranquilo y contento, puesto que Alejandro, antes del desayuno, le había dado por el culo, pero esa vez terminó llenándole la boca de leche en lugar de las tripas. De todos modos su alegría fue enorme al ver regresar a su dueño antes de quince minutos, diciéndole que había echado al puto Oscar a la calle casi medio desnudo.
El amo se había cansado pronto de aquella zorra tostada y miraba otra vez a su esclavo con lascivia y unas ganas tremendas de volver a perforarle el culo. El amo estaba enganchado a su esclavo como si le tuviese la misma adicción que produce una droga.
Pero ahora era sábado y lucía el sol en el jardín y en el corazón del muchacho, que no podía contener toda la dicha que albergaba. Para él su amo era le hombre más guapo y seductor de la tierra y últimamente parecía que no tenía más ojos que para su chaval.
Alejandro llamó a Alex, que estaba al borde de la piscina revisando documentos del amo, y le ordenó que se sentase a su lado en el sofá del salón. El chico se arrimo a su señor y le preguntó: “Dime , amo. Qué quieres que haga?”. “Nada (dijo el amo). Sólo quiero tenerte aquí conmigo un momento.... Por qué tus padres te hicieron tan bonito?”, exclamó el amo. Y el esclavo respondió: “Para ti, amo..... Sólo para ti”.
El amo sonrió, pero añadió: “Sí..... Es verdad.... Me devolvieron con creces el amor que me quitaron..... Tu madre se llevó a Miki, mi mejor amigo, al que amaba, y me entregó al ser más precioso que pudo haber imaginado para que fuese el amor de mi vida. Nunca le fui simpático, pero hizo un hijo por el que estoy loco de amor..... Parece un paradoja absurda, pero es así de sencillo. El amor del amigo se convirtió con el tiempo en la pasión del amante. Pero el amado no es el padre sino el hijo. A veces me quitas el sueño, Alex. Y otras mi sueño empieza y acaba en ti..... La hermosura de tu alma supera con creces la belleza de tu cuerpo. Y mira que eres guapo, cabrón!..... Cómo podría hacerte entender que no hay nada en el mundo más importante que tú.... No debía decirte estas cosas, pero la verdad es que tú eres mi vida. Y por muchos años que viva no podré dejar de quererte como en este instante.... Bésame y luego sigue con tus tareas”.
El esclavo sólo dijo: “Sí, amo” y besó a su señor en la boca con un fuego que le abrasó el cerebro. Y éste volvió a decir: “Alex, te queda mucho para terminar?”. “No, amo”, contestó el esclavo. Y añadió el dueño: “Entonces quítate las bermudas y la camiseta y siéntate en mi verga.... Voy a darte un repaso rápido para ver lo que has aprendido haciendo ese trabajo”. “Sí, amo”, dijo el chaval con la euforia propia de su juventud ante algo que le mola un montón.
Joder!. Sería el segundo polvo del día y aún no eran las doce y media. Si caían otro por la tarde y un par más durante la noche, iba a ser una jornada muy completa y feliz para el chaval. Al fin y al cabo el domingo no tenía nada mejor que hacer que dormir y descansar. Y, por descontado, poner la boca y el culo para que su amo se los llenara.
A media tarde cayó otro sobre una mesa y con las patas en alto como una puta. Y nada más acabar en el vientre del chico, el amo le dijo que iban a cenar fuera y luego se tomarían unas copas en un bar gay.
Alex sólo conocía la existencia de esos lugares por lo que le contaba su amo y su corazón se aceleró por la novedad de ir a un sitio desconocido y que le intrigaba desde tiempo atrás. Esos sitios es donde el amo cazaba a los putos perros que traía al sótano, a excepción del último que lo ligó yendo de compras. Al chico hasta le jodía ponerse las putas bermudas amarillas que le recordaban al puñetero Oscar. Sin embargo, a su amo le encantaba verlo con ellas y tenía que vestirlas con frecuencia, como esa misma mañana, sin ir más lejos, cuando lo llamó para decirle tantas cosas bonitas que le derritieron el alma.
Por qué el amo era capaz de embrujarlo con su mirada y absorberlo con esas palabras y otras veces lo destrozaba al dejarlo para ir con otros?. El no podría, pero naturalmente no era un amo sino un vil esclavo. Y esa era la diferencia. El estaba para recibir la generosidad de su señor y darle su adoración por ello. Y ser amo era otra cosa. Le daba lo que consideraba adecuado, pero nunca sería suyo. Un esclavo no tiene nada más que amor por su dueño. Y su dueño tiene lo que se le antoja y lo tiene a él por ser de su propiedad. Esa es la cuestión.
Alex iba guapísimo vestido con un atuendo muy a la moda para un chaval de su edad. Sobre todo cuando todo le quedaba bien y lo lucía como un modelo profesional. Alejandro estaba orgulloso de que su esclavo fuese el centro de atención de tantas miradas y deseos, porque al fin de cuentas ese muchacho era suyo y sólo él tenía derecho a satisfacer su lujuria en ese cuerpo admirado por todos.
Alex estaba algo cortado y se le subían los colores al oír tanto piropo y alabanzas a su belleza, pero su amo le recordaba que cuando se tiene algo hermoso y valioso, gusta que los demás sepan apreciarlo y le envidien la fortuna de poseerlo. Sin embargo el chico no estaba acostumbrado a ser objeto de admiración y le parecía muy embarazoso las alusiones a sus bonitos ojos o al pelo. Y ya no digamos cuando un amigo de su amo le dijo a éste que menudo culazo tenía el chaval y que bueno estaba la criatura. Al crío le cayó fatal ese tío, porque se lo comía con la mirada sin el menor disimulo.
A Alex, eso le pareció como si le hubiesen tocado el culo delante de Alejandro, pero su amo se río al decírselo, totalmente colorado como una manzana de cuento. Y le repitió despacio que tenía que ser consciente que era un chico muy guapo y atractivo y a él le enorgullecía ver como gustaba por su aspecto y su manera de comportarse en público. Alex estaba bien educado desde pequeño. y desde que estaba con su amo mucho más. Podría sentarse a una mesa con la sociedad más refinada sin hacer el ridículo ni cometer una sola falta de etiqueta.
Un compañero de colegio de Alejandro que iba acompañado por su novio, fue muy amable con Alex y le preguntó a Alejandro si era su novio. Alex miró a su amo y éste al esclavo y sin dejar de mirar al chaval respondió: “Es parte de mí. Más que si llevase mi sangre, porque es hijo de Miguel”. El amigo de Alejandro puso cara de sorpresa y exclamó: “Vaya. Si te fijas despacio se parece a él. Pero creo que Alex es más guapo que su padre.... Fuimos compañeros en el colegio y lo sentí cuando me enteré del accidente.... Siempre me cayó bien tu padre”. “Sí. Hubo un tiempo en que te cayó demasiado bien. No te olvides de las hostias que nos dimos en el patio por eso”, añadió Alejandro. Y el otro puntualizó: “Bueno, fueron cosas de críos de quince años. La verdad es que ni me acordaba que nos pegamos por él... Ya ves, Alex. Tu padre también levantaba pasiones de joven”. Todos se rieron, menos Alex, y amo y esclavo se quedaron solos para empezar a cenar.
“Quiso ligar a mi padre?”, preguntó el chico. Alejandro clavó los ojos en los de Alex y dijo: “Sí. Pero él no le hizo ni puto caso.... Y de todos modos yo le aticé en cuanto lo supe.... A mí nadie me quita lo mío”. “Me alegro. Pero no parece un mal tío”, añadió Alex. “No lo es. Pero tu padre le gustaba. Pero fuera de eso siempre nos llevamos bien con él”, contestó el amo.
Alejandro ordenó el menú para los dos y se percató que el camarero se derretía en sonrisas hacia el chaval. Y se lo hizo notar: “Otro al que también le gustaría darte un repaso... Eres una provocación ambulante, tío!”. El chico se excusó un poco alterado: “Yo no tengo la culpa, amo.... No hago nada”. Alejandro se rió y le dijo: “Ya lo sé. Pero es el precio que se ha de pagar por ser joven y atractivo. Estás en una edad en la que hasta los defectos son graciosos.... Eso con los años se va pasando, pero ahora es lo que te toca.... La culpa la tuvieron tus padres por hacerte tan bien terminado... Aunque la verdad es que desde que eres mío estás mucho más bueno y eso no es cosa de tus padres”. El crío se sonrió por primera vez desde que entraron en el restaurante y apostilló. “Amo, eso es porque tú me has moldeado a tu gusto con tanto ejercicio y gimnasia. Así que soy obra tuya, Alejandro”. “Tienes razón, pero no te pases que te doy un sopapo..... Aunque lo que te daría ahora mismo es un morreo de escándalo”, aseveró el amo.
Al salir a la calle, Alejandro enganchó al esclavo por un brazo y le arreó un beso en la boca. Y le dijo: “Si no te lo doy, reviento.... Sabes mejor que el jodido postre que nos han dado ahí. Y eso que estaba muy rico.... Y ahora vamos a tomarnos una copa a un bar donde te van a comer con la mirada.... Pero no tengas miedo que nadie te tocará ni un pelo. Vas con tu amo y sé proteger lo que me importa”. “Lo sé, amo.... Pero también puedo defenderme y si alguno intenta sobarme sin tu permiso lo hostio”, dijo el chico. “Eres un tigre, chaval!”, exclamó Alejandro.
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