"Quién dará vida al bello esclavo sino su amo?. Sus rasgos pueden ser perfectos y su cuerpo hermoso, pero sólo su señor posee el corazón del siervo que vive por y para el placer de su dueño. De su amante y de su dios. El es sólo un pobre perro triste si le falta la mano que sujete la cadena con firmeza y afecto. Solamente es carne sin el alma que le regala el amo al fecundarlo de amor"
ANDREAS

domingo, 23 de enero de 2011

35 El relato

Diego ya era un experto cocinero y la cena que preparó para Alejandro y Alex fue exquisita. Pablo, su amo, estaba orgulloso del chaval y se le caía la baba oyendo los elogios que su amigo dedicaba al esclavo por su habilidad culinaria. Y ello dio pie a ensalzar las otras cualidades que suenan parecido pero que se refieren al culo.

Y al hablar de culos nada mejor para poner al aire el de ambos esclavos y los chicos se quitaron los pantalones y los calzoncillos para dejar sus preciosos atributos al alcance de la mano de sus señores.

La cara de los amos reflejaba la indiscutible delicia que les causaba ver a sus chavales desnudos, y les ordenaron que se colocasen de pie a su lado para sobarlos y tocarles lo que les diese la gana. Los chicos se quedaron quietos y se transformaron en meros objetos para disfrutarlos al tacto sus dueños. Y éstos conversaban de lo que se les ocurriese como si sus esclavos no fuesen más que estatuas para adornar su parlamento.

Pablo le comentó a su amigo que tenía intención de llevar a su esclavo a París para que probase y viese la presentación de los platos de la alta cocina francesa. Y al salir a relucir el tema de la capital de Francia, Pablo le reprochó a Alejandro que nunca le había contado nada sobre el viaje que había hecho con Alex un año antes.

Alejandro no era partidario de decir lo que consideraba parte de su vida íntima, de la que siempre era protagonista su esclavo, pero tratándose de su mejor amigo se prestó a relatarle algo de la visita a la ciudad de la luz.

“Como ya sabrás (dijo Alejandro), el viaje fue un regalo de cumpleaños para mi chico. Y lo pasamos muy bien, porque además fue el primero que hicimos juntos fuera del país. Alex estaba ilusionado con ver ese ciudad, a la que llaman villa, como ocurre con Madrid, aún siendo la mayor de ese país y una de las más grandes de Europa. Nos hospedamos en el Ritz, que albergó la inspiración de Proust y a la mismísima Coco Chanel, en la sofisticada Place Vendôme. Una cueva de lo más agradable, por otra parte, e ideal para estar unos días con tu esclavo. Y visitamos casi todo lo interesante que ofrece París en cuanto a cultura. Museos, Palacios, jardines, teatros, la ópera, por supuesto, Notre Dame, la Saint Chapelle, y otros muchas maravillas más, aunque París en si misma ya lo es por su trazado urbanístico y avenidas espectaculares como los Campos Elíseos, o sus plazas, sin necesidad de añadir a mayores, arcos de triunfo o la torre de hierro, que es un alarde de ingeniería”.

“Bien, vete al grano y cuenta como lo pasaste por la noche, que todo eso ya me lo sé sin necesidad que vengas a dártelas de culto. Suelta lo que importa. Bares, antros y garitos de vicio y sexo”, lo interrumpió Pablo.

Alejandro retomó el hilo y continuó: “Desde luego sólo piensas en el sexo. Y eso que desde que tienes esclavo no das abasto!. Ya sigo, no pongas esa cara!.... Joder!.... Pues al primer sitio que fuimos fue al Moulin Rouge, porque Alex quería conocerlo. Durante el viaje le di alguna libertad al chico durante el día y alguna vez le preguntaba que le apetecía ver o tomar. Pero por la noche volvía a la disciplina de su condición de esclavo y casi siempre se llevaba una pequeña zurra antes de un buen polvo. Verdad, mi niño?”. “Sí, amo...... Me diste más de una y no todas pequeñas, amo. Pero merecidas y compensadas con tus folladas que me dejan el ano roto, mi señor. Y que nunca me falten, amo”, respondió Alex.


Y Alejandro siguió: “Se refiere a la noche que lo llevé a un club de spank. Estaba bastante concurrido de señores de mediana edad acompañados en su mayoría por jovencitos a los que les ponían el culo a rayas o bermellón subido, tanto con la suela de un zapato, o zapatilla, como con paletas, cepillos de pelo, vara, regla o cinturón, entre otros artilugios para azotar. Pues bien, en ese local estaba sentado en una butaca un señor, bastante mayor, con un chiquillo de la edad de Alex, muy mono, al que había vestido con pantalón corto y muy ajustado y le daba una zurra tremenda con una paleta de ping pong. En cuanto le puso el culo al aire al chico, yo me senté en otro sillón orejero a su lado y le bajé los pantalones a mi muñeco. Y comencé a ajustarle las cuentas a esta preciosidad por algo que había hecho durante la tarde y que ya no recuerdo. Tú te acuerdas, Alex?”. “Fue porque tiré el papel de un chicle al suelo en el jardín del Luxemburgo, amo. Me obligaste a recogerlo y prometiste que me darías una azotaina por la noche. Y me la diste en ese sitio, amo”, dijo el chaval.

“Eso es (recordó Alejandro). El caso es que primero le aticé sin bajarle los calzoncillos, pero nada más notar en mi mano el calor de la carne, se los bajé y le mostré las preciosas nalgas de mi esclavo al señor aquel. El le daba cada vez más fuerte al niñato y yo también aumenté la fuerza para sacudirle a Alex. Y pronto los dos culos echaban humo y los críos lloraban. El mío sin lamentarse ni quejarse audiblemente, pero el otro chillaba como un cochinillo antes de meterle mano el matarife. A mí ya me dolía la mano y la tenía tan encarnada como el culo de Alex y, en eso, el fulano levantó al muchacho y me miró fijamente preguntándome en su idioma si quería follármelo. El, según dijo, ya no estaba para esos trotes y le gustaba ver como se beneficiaban al chico después de la paliza. De entrada no contesté, pero los ojos suplicantes del crío, que decían , métemela, que hace tiempo que no lo cato,me decidieron a ser cortés y ventilarme al chaval allí mismo. A Alex le vino muy bien porque se ahorró el resto de la zurra que todavía pensaba darle y el otro muchacho gozó lo indecible con el polvo que, gracias a mi generosa participación, le regaló el señor que le había calentado el culo..... Estuvo bien aquello y el chico tenía unas nalgas muy bonitas, a pesar de estar de color escarlata e incluso algo inflamadas por los raquetazos. No es cierto, mi niño?”. “Si, amo. Pero en el hotel me diste el resto de los azotes antes de darme por el culo y dormir a tu lado muy pegado a tu cuerpo, como siempre”. “Es verdad...... Aunque la cama sea grande, me gusta tener su culito incrustado en mi vientre, por si me entran ganas de entrar y que mi rabo duerma más calentito. Pablo, a ti no te pasa lo mismo?”.

“Sí. Claro que me pasa!. Y nunca te agradeceré lo suficiente que me hayas metido en este mundo de la dominación y me hayas puesto en las manos a esta criatura. Qué diferencia con el otro soso de la mierda que tenía!. Este chaval me ha hecho vivir el sexo de verdad y sé que me quiere tanto como yo a él. Estoy echando tripa por culpa de sus platos, pero también hago más ejercicio al usarlo. Porque en cada polvo sudo como si corriese una maratón!. No es cierto, chaval?”. “Sí, amo.... Crecí y me desarrollé al llevarme a tu casa como esclavo, porque ya había nacido de nuevo al adiestrarme Alejandro y sólo me faltaba quien me aprovechase como es debido. Y ser de mi amo es lo mejor que me pudo pasar. Y con tu permiso, amo, tengo que agradecérselo a Alejandro y a su esclavo, mi amigo Alex. Que los quiero mucho”. “Por supuesto, Diego. Que de bien nacidos es ser agradecidos, que dice el refrán”, dijo Pablo palmeándole las nalgas a su esclavo.


Y Alejandro continuó hablando: “En cuanto a los otros clubs, te diré que en todos me follé a algún tío y mi esclavo hizo de mamporrero poniéndome un condón y agarrándome la polla para metérsela al de turno por el culo. Pero también permití que algún enculado le mamase la verga a Alex, porque a mi chico no me lo trincaba allí delante de todos y me lo reservaba para gozarlo en la cama del hotel antes de dormir... Y otro día por la tarde fuimos a una sauna y también me beneficié a dos jóvenes franceses con ganas de rabo. En uno de los casos, mi esclavo sólo miró como le jodía el culo al joven en cuestión y más tarde se la metí a él. Nos divertimos mucho esos días. Verdad mi niño?”. “Sí, amo...... Fue uno de los mejores regalos que me has hecho. Y eso que me haces demasiados y no creo merecer ninguno, amo”.

Alejandro puso la mano en el esfínter del muchacho y dijo: “Mereces todo lo que yo te dé. Y lo que está claro es que aquí dentro está una joya y nadie puede abrir el cofre para cogerla. La llave sólo la tengo yo entre las piernas”.

Y Pablo exclamo: “Nuestros esclavos son lo mejor que poseemos. Pero creo que ahora le toca hablar a ellos. No lo crees tú también, Alejandro?”. Y éste corroboró: “Sí. Ahora llegó su turno.... Sentaos en el borde de la mesa los dos juntos y arrimados el uno al otro...... Echaos para atrás y levantad las piernas para poner los tobillos en nuestros hombros.... Sacad un poco el culo fuera de la mesa..... Así. Y ahora miraros el uno al otro y daros la mano. Y contaros lo que sentís al daros por el culo vuestros amos como a dos putas zorras”.

Y se fueron contando uno al otro el agudo aguijonazo de entrada que les hizo quejarse en un tono más alto y repentino que el suspiro y los gemidos que vinieron detrás. Como un amo calcaba y empujaba su polla hasta pegar los cojones al agujero del esclavo y el otro balbuceaba, entre respiraciones agitadas y jadeos, lo que notaba al bombearle su dueño con tanta fuerza que parecía que lo iba a levantar de la mesa dos palmos. Con cada empellón, los nervios de cada chaval corrían a apretar su mano en la del otro y se miraban y veían el hilo de baba que escurría por la comisura de los labios al no cerrar la boca para tomar más aire y respirar profundamente y abrir mejor el ano. Sus piernas tanto se doblaban demasiado, como intentaban estirarse para aliviar las punzadas que las vergas de sus dueños provocaban en lo más hondo de sus entrañas. Les gustaba sentirse follados enérgicamente y resentirse por ello, pero el gozo de sus amos les compensaba del dolor y sin decirlo con palabras les suplicaban que les diesen por el culo con todas sus ganas. El brillo húmedo de los ojos de uno le reflejaba al otro que su señor le estaba rompiendo el esfínter en su empeño por preñarlo lo más dentro posible de sus tripas. Y el otro, también sorbiendo los mocos y dejando caer una lágrima por sus mejillas, le daba a entender a su amigo esclavo que su amo derramaba en él su semen causándole escalofríos desde el culo a la cabeza. El compañero le apretó más la mano para trasmitirle su temblor al ser fecundado por su dueño.

Los dos amos se doblaron sobre el cuerpo de sus esclavos, pringándose con la leche derramada por los chicos sobre sus torsos, y los besaron en la boca llenándolos de amor. Los muchachos aún se miraban a los ojos cuando sus señores reclamaron sus labios para juntarlos con los suyos. Antes de levantarse de la mesa, sus propietarios les permitieron darse un beso como buenos hermanos. Alex y Diego rieron felices al tocarse el ojete después de desocuparlo la polla de su señor. Estaban abiertos como perras recién paridas, pero eso los ponía tan cachondos como el polvo que les habían metido.


Los dos amos rodearon por la cintura a sus esclavos y se sentaron con ellos al lado para fumarse un puro y tomar un copazo de brandy. Los chicos sólo bebieron agua ya que tenían que dejar sitio en sus estómagos por si les daban también leche antes de dormir.

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