La cara de Isidro, al no poder ver a los chavales acompañando a sus amigos, fue la más expresiva muestra de la decepción de un cazador por la ausencia de piezas en una batida. Por supuesto se interesó especialmente por la salud de Guille y no ocultó el impacto que le produjo el crío al conocerlo. Su curiosidad por todo lo referente al muchacho lo llevó a resultar impertinente de tanto preguntar por sus circunstancias personales y familiares.
Pablo, quiso rebajar la tirantez y, bromeando, le dijo si tanto interés se debía a que quería darle un empleo, ya que parecía que estaba investigando su currículum. Y para un puesto de trabajo no, pero para emplearlo en otros usos sí. Y tanto que deseaba utilizar al chico!. Y, aunque fuese sin sueldo, no descartaba que le costasen una fortuna sus servicios. Y tuvo el mal gusto de sugerirlo en los morros de Alejandro.
Si no fuese por la enorme amistad de años que mantenían, le hubiese roto los dientes allí mismo. Pero Pablo, más flemático al no afectarle la cuestión directamente, templó gaitas y no hubo notas discordantes en la mesa. Sin embargo, la tenacidad de Isidro tuvo el fruto apetecido, ya que se enteró de cuanto quería saber sobre Guille, su familia y la existencia del pazo explotado para turismo rural en el sur de Galicia.
E Isidro fue muy lejos en su audacia. Más de lo que podrían imaginar su dos amigos. Y dijo, lleno de seguridad e insultante arrogancia, “Alejandro, tengo que hablar con Guille de inmediato. Lo del pazo de su familia me ha dado una idea genial. Hace tiempo que tengo ganas de organizar una fiesta para mis mejores amigos y ese lugar es ideal para hacerlo. Voy a contratar todas las habitaciones para un fin de semana y que Guille y su familia se encarguen del cáterin completo. Les pagaré muy bien, porque sé que quedaré satisfecho con el servicio”.
Alejandro se echó a reír por no darle una hostia a su amigo y le preguntó con cachondeo: “Qué pasa, Isidro?. Estás mal de cuartos?...... Qué menos que el Burj al Arab durante una semana con viajes incluidos!. Siempre creí que eras mucho más rico y ahora resulta que sólo puedes costearte celebrar la fiesta en un modesto pazo rural en la costa gallega!. “No todo es cuestión de dinero!”, exclamó Isidro, fastidiado por el sarcasmo.
“Ya lo sé. Puede que esta vez la cosa huela a culo. Y crees que en ese pazo vas a encontrar uno con perfume a rosas. No es cierto?”, dijo Alejandro. “Por que no jugamos en buena lid y que gane el mejor?”, le azuzó Isidro. “Está bien, haya paz. El chico no es un trofeo. Dentro de su caparazón de carne hay algo más que parece que os importa un puto carajo!. Les gritó Pablo poniendo punto final al reto. Pero Alejandro añadió: “Isidro, si te interesa negociar lo de tu fiesta no mezcles al chico en eso. Habla con su madre que es la dueña. El chaval no puede decidir nada en lo que respecta al negocio”.
Pablo y Alejandro caminaron un buen rato al salir del restaurante, primero en silencio y después fue Alejandro quien habló: “Este hijo de la gran puta nos ha jodido los planes!. Será cabrón!”. Pero Pablo le dijo: “Estás equivocado. Es mucho mejor así”. “No te entiendo”, repuso Alejandro. Y Pablo le explicó: “Pues es bien sencillo. No tenemos que hacer más que seguirle la corriente a Isidro. Piensa un poco!. Si este atontado quiere que la madre del chico monte todo ese tinglado de la fiesta en su pazo, lo normal es que Guille vaya a echarle una mano a su madre. Supongo que es mucho chollo para ella sola. E incluso puede que también vaya su hermano. Entonces el crío tendrá que irse antes. Y da por hecho que Isidro se larga a Galicia detrás del chaval para atacarlo sin que estés tú delante. Me sigues?”. “Te sigo, pero no me gusta un pelo. Continúa, aunque me parece que no quiero oírlo”, dijo Alejandro. “Está bien. Pero escucha atentamente y no hables hasta que termine”, reclamó Pablo. Y prosiguió con su planteamiento: “Guille se verá libre y sin condicionante alguno para decidir lo que realmente desea. Y si rechaza a Isidro, significará que no sólo te quiere, sino que habrá decidido entregarse a tu dominio como esclavo, que es lo que tú pretendes. Luego durante esos días en que estemos en el pazo como invitados de nuestro amigo, ya nos las arreglaremos para poner en su sitio las cosas. Y hasta puede que nuestro amigo se encapriche del otro hermano, si es tan guapo como dice Guille”.
“Me va a costar mucho aguantar sin tener al chico tantos días”, dijo Alejandro. “Joder, tío, que sólo será una semana!. Ni eso, si el chaval se va un lunes y nosotros llegamos allí el viernes por la tarde. Es que por unos días no puedes darle doble dosis de polla a Alex?. Hace bien poco sólo lo tenías a él y bien contento que estabas!”, exclamó Pablo.
Alejandro se detuvo y le contestó: “No es eso, Pablo. Claro que puedo pasar sin follar a Guille y no hace falta que doble el número de polvos con Alex. A mi esclavo no le ha disminuido su ración por estar el otro, ni le faltará nunca. Si pudiera lo tendría sentado en mi verga a todas horas. Bueno, a los dos alternándolos cada poco. Pero lo que me desazona es dejar solo a Guille con ese buitre rondando a su alrededor. Es capaz de violarlo si se le resiste y yo no estaré allí para defenderlo”.
“Pues yo creo que Guille sabe defenderse solo si no quiere que lo follen”, afirmó Pablo. Y añadió: “Yo no me preocuparía por eso...... Y te pregunto otra cosa. Qué harás si al llegar al pazo te encuentras conque el culo de Guille continúa sin catar otra polla que no sea la tuya y te desea más que nunca?”. “Me lo comeré crudo y lo traeré a Madrid por los pelos si es preciso. Y habrán acabado sus días de libertad para siempre”, sentenció Alejandro. “Como un segundo Alex?”, insinuó Pablo. Y Alejandro afirmó: “Como un Guille, además de Alex.... Uno y otro son distintos, pero iguales para servirme. Serán mis esclavos de por vida y les reventaré el culo hasta que se me caiga la verga a trozos!. La puta leche que les han dado!..... Qué ricos son los dos jodidos críos!”.
Pablo le dio un palmetazo en la espalda a su amigo, diciendo: “Alejandro, ya te envidiaban muchos con uno. Con dos, te odiarán casi todos. Eres un abusón!. Y yo no te envidio porque me reglaste una joya, sino te odiaría como los demás. Que lo sepas!”. “Sabes qué?”, dijo Alejandro. “Qué?”, preguntó Pablo. “Que se jodan!”, dijo el otro.
Los chavales se entretenían con un videojuego, tan tranquilos y como dos santos y Alejandro los llamó a capítulo. Y gritó: “Qué coño hacéis?”. “Jugar, amo”, respondió Alex. Y quién acaba de entrar en la casa?”, Preguntó el amo. “Tú, jefe”, contestó Guille. Y por qué no estáis a mis pies postrados como dos putos perros?”. Los dos críos se tiraron en plancha al suelo, arrastrándose hasta ponerse ante las plantas de Alejandro, Y éste les ordenó: “Daros la vuelta y mostrarme vuestros traseros”.
Los chicos lo hicieron bajándose las bermudas al tiempo y Alejandro escupiéndoles en el ojete les insertó unos rabos de goma que se agitaban al menor movimiento del culo de los chavales. Y le dijo: “Sois un par de chuchos preciosos!. Ladrar un poco y os daré agua para beber en unos cuencos. Pero sin salpicar el suelo o tendré que zurraros con la correa”.
Alejandro buscó dos cacharros en la cocina y los trajo con agua fresca para que los perrillos bebiesen. Y naturalmente salpicaron algo el suelo al beber lamiendo como chuchos. Y Alejandro se sacó el cinturón y les dio diez azotes a cada uno. Ellos ladraron un poco, pero al tercer golpe aullaban. Y el señor se echó a reír y les dijo: “Venir aquí mis niños y sentaros en mis rodillas.... Os gusto jugar a los perritos?. Lo hacéis muy bien....... Y son graciosas esas colitas que os compre esta tarde. Fui al sex shop con Pablo y me hicieron gracia los juguetitos. No os divierten?”. Y Guille le dijo: “Somos tus putas o tus perros o le que a ti te apetezca. Pero a mi sí me divierte tener esto en el culo, aunque prefiero otro rabo que siento como crece ahora”. “Yo también, amo. Me gusta más el tuyo, pero llevaré lo que tú digas”, añadió Alex.
Y Alejandro dijo: “Sabéis qué?..... Os sacaré los rabos de goma y os meteré el mío a los dos. Pero antes me bajaré los pantalones para sentir el calor de vuestras nalgas en mis piernas. Me gusta notar como arden y os duele el roce de mis pelos. Os di muy fuerte?”. “No, amo”, dijo Alex. Y Guille añadió: “Pero pica, jefe!”. “Os compensaré con mucha leche para merendar...... Tenéis hambre?”. “Sííííí”, gritaron los críos. Y merendaron a base de bien. Daba gusto ver aquellas dos criaturas con tanto apetito!
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