"Quién dará vida al bello esclavo sino su amo?. Sus rasgos pueden ser perfectos y su cuerpo hermoso, pero sólo su señor posee el corazón del siervo que vive por y para el placer de su dueño. De su amante y de su dios. El es sólo un pobre perro triste si le falta la mano que sujete la cadena con firmeza y afecto. Solamente es carne sin el alma que le regala el amo al fecundarlo de amor"
ANDREAS

domingo, 23 de enero de 2011

50 Permanencia

La permanencia de Guille en Madrid se alargaba sine die y Alejandro no terminaba de decidir que hacer con el chico. Era el compañero ideal para Alex y no podía negar que él también apreciaba al muchacho por otras virtudes no exclusivamente corporales o más concretamente situadas debajo de la espalda. Que sin duda eran apreciadísimas, por otra parte.

Aparentemente el chico no necesitaba más que los favores sexuales de Alejandro, sin límite ni medida, y la amistad sincera del otro chaval, que en el breve espacio de tiempo que llevaban viviendo bajo el mismo techo eran tan inseparables como si hubiesen estado juntos desde pequeños. Y por eso Alejandro sopesaba el disgusto que le daría a su esclavo al mandar a Guille de vuelta con su madre.



Esa tarde estaba trabajando sobre un asunto importante y oía a los chavales jugar en el jardín encestando un balón en una canasta y el ansia por verlos contentos y entretenidos pudo más que la responsabilidad en atender sus asuntos y se asomó al ventanal. Ellos sólo llevaban puesto unos bañadores ajustados hasta la mitad del muslo y el de Guille se había bajado por detrás dejando al aire el inicio de la raja del culo. Sus dos nalgas relucían algo más blancas que la espalda y la sensación de vida que emanaba de aquel cuerpo le embobó, fijando su mirada en el muchacho para no perderse ninguno de su movimientos ni quiebros de cintura para lanzar el balón a cesta.

La cara de Alex brillante de sudor, al igual que el torso, traslucía una jovialidad y energía que nunca había visto en él anteriormente. En cierto modo era lógico ya que Alejandro no solía jugar con su esclavo al balón, fuese por sus ocupaciones o sencillamente por estar cansado o no tener ganas de saltar y correr como un crío disputando un partido a dos jugadores. Antes de contar con Guille, Alex se montaba el solo sus competiciones con hipotéticos contrarios, pero la cosa no era igual que teniendo enfrente otro que le disputase el balón y tirase a la canasta tan bien o mejor que él.

En un momento se enzarzaron los dos muchachos por quitarse la pelota, y Alejandro se excitó al verlos entrelazar los brazos y piernas y caer al suelo aplastándose el uno al otro alternativamente. Rodaban por el suelo riéndose para terminar estrechándose con fuerza en una demostración de cariño que enterneció al hombre que dominaba la voluntad de aquellas criaturas. Y una sensación extraña recorrió su cuerpo como si de repente tuviese celos o añoranza de su juventud. Prácticamente los separa una década nada más, pero Alejandro se vio infinitamente mayor que los chavales.

Fingió que con sus risas, gritos y saltos lo habían molestado para trabajar y les gritó que se acercasen inmediatamente. Los chicos dejaron el balón y se dieron prisa en ir hacia Alejandro esperando lo peor para sus culos, pero no era eso lo que deseaba hacerles su domador.

El amo abrazó a su esclavo y le hizo una seña a Guille para unirlo al abrazo, pero al tenerlos tan cerca le subió un hedor a pies espantoso desde el suelo a la nariz y le gritó: Joder!. Qué coño lleváis dentro de esas zapas?. Apesta a pies podridos!”. “Amo, son las de éste que huelen mal. Le dejé unas viejas que tenía y con el sudor de este marrano aún huelen peor”, dijo Alex. “Jefe, no son mis pies son las zapas de este puerco las que apestan. Seguro que nunca las lavó!”, alegó Guille. “Pero no os molesta ese perfume asqueroso?”, Exclamó Alejandro. “No es para tanto, jefe. A los colegas de mi equipo le olían peor y nos las metíamos en los narices para ver quien aguantaba más sin marearse”, explicó Guille. Y Alex añadió: “Amo, recuerdo que en el colegio también había tíos a los que le olían muy mal las zapas después de un partido, pero nadie se quejaba y la gracia era que te metiesen un pie sudado en los morros”. “A mí ese olor a macho me la pone dura, jefe”, aseguró Guille. Pero Alejandro terminó la cuestión mandándoles que se lavasen y tirasen las putas zapas a la basura, sin privarse de llamarles cerdos.

Los chavales fueron al baño para darse una ducha y Guille le dijo al otro que le dejase descalzarlo. Alex se sentó en una banqueta y el otro muchacho le quitó el calzado besándole la planta de los pies y chupándole los dedos. Y le dijo: “Esto sólo te lo puedo hacer a ti porque te quiero mucho y tu cuerpo me parece que es el mío y nada de ti me da asco. O al jefe porque su olor de macho me excita y me atrae un montón. Me encantaría lamerle las axilas después de hacer gimnasia o de correr una hora.



Y hacérselo en la ingles o debajo de los huevos debe ser una pasada. Nunca te dijo que se lo hicieses?”. Alex lo miró con complicidad y contestó: “No exactamente, pero más de una vez le besé y lamí los pies. Y le he olido por todas partes cuando se la chupo o me deja que le lama el culo. Y cuando estamos en la cama me meto debajo de sus brazos y le huelo los sobacos también. Y si está dormido paso la lengua por el vello. A mi también me gusta su olor a hombre y me pone muy caliente al estrecharme contra él”. “Guille sonrió como si acabase de hacer una travesura y añadió: “Somos dos putos viciosos y estamos colgados del mismo macho. Y aunque tú le quieras más, yo también le quiero y me gusta estar con él. Pero sé que no puede amarme porque sólo te quiere a ti. Conmigo sólo folla, pero nada más”.


Los dos se metieron juntos en la ducha y no se enteraron que Alejandro los había escuchado desde el pasillo. Entró en el baño y se desnudó para acompañarlos bajo el agua. Ellos se miraban interrogándose por qué se iba a bañar Alejandro con ellos, pero sus ojos iluminados por la grata sorpresa no podían disimular el contento de ambos muchachos por tener a su hombre desnudo y mirándolos con la profundidad del deseo y la lujuria por poseer sus cuerpos en el reducido espacio de un plato de ducha.

Alejandro le comió la boca a los dos y antes de abrir el agua les ordenó que lamiesen su cuerpo entero desde el vello de los sobacos hasta la punta del dedo gordo de cada pie. Uno por el costado derecho y el otro por el izquierdo. Y al estar postrados a sus plantas el macho les meó encima para marcar el territorio y su dominio sobre los dos chavales. Ellos miraron hacia arriba y recibieron la orina en sus caras. Y Alex abrió la boca para beber el líquido dorado de su señor. Guille se quedó mirando a su amigo, pero reaccionó a tiempo para recoger también algo del meo de Alejandro.


Se quedaron de rodillas esperando nuevas órdenes y Alejandro se las dio: “Alex, te toca la polla y los cojones y a ti, Guille, el culo. Lamed y disfrutar de mi cuerpo porque quiero premiar vuestra obediencia y fidelidad. Después quiero comeros a los dos de arriba abajo antes de que os lavéis y el agua me arrebate el olor de vuestros cuerpos. Sois míos y hasta ese hedor a sobaco y la peste a pies me pertenecen. Y también aspiraré el olor acre de las pelotas y del culo sudado de tanto juego. Me gustáis y me ponéis cachondo incluso sucios y oliendo mal y así voy a daros caña a los dos antes de dejaros limpios y aseados oliendo a jabón. Guille es verdad que estoy enamorado de este otro cabrón hasta el tuétano, pero a ti también te quiero más de lo que hubiese deseado en un principio. Y por eso me cuesta devolverte a tu mundo, aunque sé que algún día tendré que hacerlo”.

Los chicos comenzaron su tarea, pero Guille antes de ponerse a ello, fijó en el jefe su mirada azul caliente como un cielo de verano y dijo: “Mi mundo es este, jefe. Y no quiero que me devuelvas donde ya no pertenezco. Ya os quiero demasiado a los dos para no extrañaros. Porque además, Alex y yo nos hemos dado cuenta que somos como uno. Así que no tienes que dividirte tanto para querernos a los dos”. “Siempre tienes solución para todo, Guille. Deberías dedicarte a la política, ya que estoy convencido que lo harías mucho mejor que los mandatarios del mundo actual. Dame un beso antes de empezar a comerme el culo”, repuso Alejandro.

3 comentarios:

  1. que linda la historia me conmovieron yo tambien quiero chupar una verga y q me orinen encima.

    ResponderEliminar
  2. a mi tambien me gusta el olor a huevo y verga sudaos y si esta peludo mucho mejot.. que rico hacerlo a un macho con ese olor de todo un dia y se toque y hale la verga mientras charla, como invitando a que uno mire como se lo aprieta.. yo se lo hago a un vecino que trabaja de pasa barcos aqui en el canal de Panama, cuando llega a su apartamento me llama al celular para que llegue y me dice: quieres oler verga sudaita y apestosa?.. me espera en toalla mientras fuma sus cigarrillos y me dice: empieza por oler entre mis huevos y el muslo (es un olor fuerte, huele a indigente) pero lo disfruto mucho

    ResponderEliminar
  3. me gusta mucho sus historias soy fanatico del conde feroz

    ResponderEliminar