Alejandro decidió que darían un paseo por Recoletos antes de tomar el aperitivo en una terraza del Madrid de los Austrias, pero Alex no hacía otra cosa que llevarse la mano al culo o al pito cada tres pasos.
El amo le preguntó que coño hacía con tanto tocarse y el chaval le contestó que le escocía y le picaba. Alejandro lo miró y se detuvo para decirle: “Como vuelvas a acercar un dedo al ojo del culo o al pito te lo corto. Si te pica te jodes y ya te lo rascaré yo cunado me parezca. Joder!. Parece que en lugar de llevarte la médico te metí en una sesión sadomasoquista. Pon otra cara o te arreo en plena calle. Mocoso!. A veces pareces un bebe”. “Perdona, amo. Pero es que eso de la sonda me dejó muy irritado el puto carajo”, dijo el chaval. “Y el dueño preguntó otra vez: “Y en el culo que es lo que te pasa?”. Alex tardó un minuto en responder, pero habló: “No sé. Pero tengo una sensación como si me rascasen con algo y tuviese un arañazo dentro del culo. Eso que me metió tu amigo no me gustó nada. Parecía como si me fuese a romper el ojete de tanto abrirlo”. Y el amo exclamó: “Vaya!. Mira que delicado nos salió el puto crío!. Y cuando notaste esa sensación de arañazo?”. “Al sacarme el chisme ese. Y fui notándolo más al levantarme de la camilla, amo”, aclaró el muchacho.
Alejandro calló un momento, pero miró de nuevo al esclavo y dijo: “Puede que te haya rozado al sacarlo. Tienes un interior tan tierno que hay que tratarlo con mucho cariño y mimo para no dañarlo. Mi niño, eres increíble!. Yo te meto los dedos como me da la gana y nunca te quejas ni notas molestias. Pero te hurga el médico por dentro y ya estás irritado. Se ve que la experiencia para saber tratar el culo de un crío no la da la facultad...... Bueno. No andes toqueteando que ya te lo veré más tarde y haré algo para quitarte esa molestia.... disfruta del paseo y piensa en otra cosa..... Como por ejemplo que en casa te va a cuidar ese culito tu amo”.
El esclavo sonrió mostrando su dentadura de anuncio de dentífrico y contestó: “Gracias, amo. Cuando tu me tocas por ahí me gusta y aunque me hagas daño me callo porque así noto más tus dedos y lo importante es que tu disfrutes con mi culo, que para eso lo tengo ahí detrás, amo”. “Menudo vicioso estás hecho!”, dijo el amo riendo. Y añadió: “Si no estuviésemos en plena Cibeles te daría por el culo ahora mismo, por puto. Pero no quiero terminar en la trena por escándalo público. Aunque estoy seguro que sería todo un espectáculo y tendríamos docenas de mirones. En el trecho que llevamos andado, ya van varios que vuelven la cabeza para mirarte el culo. Voy a mandarte a unas clases de defensa personal para que puedas andar solo por la calle sin que te asalten y te violen”. “En serio?”, exclamó el chico. Y su amo le contestó: “Yo siempre hablo en serio. Y si digo que te la corto lo hago”. El chico se acojonó un poco y añadió: “No quise decir eso como dudando de ti, amo. Es una exclamación de sorpresa porque me mola eso de aprender lucha”. Pero el amo puntualizó: “No se trata de lucha y ataque, sino defensa. Y si te gusta mejor, porque ya está decidido. Irás a clase de yudo. Y empezarás la semana que viene”. El chico no se reprimió esta vez y le largó un besazo al amo justo delante de la guardia del Cuartel General del Ejército. Y la pareja de jovencitos que hacían de centinelas se rieron, pero en sus ojos se traslucía una sana envidia tanto por el macho que iba con el chaval como por el crío.
Dieron unos pasos en silencio y el amo iba más contento por la reacción espontánea del chico que si le hubiese tocado el cupón de la lotería. Le encantaban esas muestras repentinas de amor y devoción del crío, sin pensar en otra cosa que no fuese su amo y él. Y el chico rompió la marcha muda: “Dónde me vas a llevar, amo?.... A la Plaza Mayor?”. El amo no lo miró para no desenmascarar su satisfacción por el beso y contestó: “Pasaremos por allí, pero vamos a la de Oriente. Me gusta más tomar una cerveza sentado frente al palacio. Lo has visto alguna vez por dentro?”. “Sí, amo. Nos llevaron los del colegio una vez”, respondió el esclavo. Y el amo preguntó: “Te gusto?”. “Sí, amo. Es fastuoso y acojona un poco tanto esplendor.... No sé para que necesitaban una casa tan grande, pero te da una especie de emoción ver lo poderosos que eran los reyes que vivieron allí, rodeados de tantas cosas bonitas y artísticas. Me gustó verlo, amo, porque se entienden mejor las cosas del pasado”. “Tienes razón, Alex. La historia de un pueblo hay que conocerla para entender su idiosincrasia y sus atavismos, también..... Vamos a viajar mucho para que conozcas todo este país además del extranjero”. Y ahora fue el amo quien besó al esclavo en la Puerta del Sol.
La Plaza Mayor estaba animada con muchos turistas y gentes de todo tipo que normalmente pululan por ella. Es uno de los ventrículos del corazón de la villa y corte y es testigo de una parte importante de la historia del país. Alejandro y su esclavo dieron la vuelta entera bajo los soportales, mirando los escaparates de las tiendas de recuerdos y sombreros. Y también husmearon en alguno de los tenderetes de pintores y vendedores de otros objetos que siempre andan por el recinto rectangular de la bella plaza proyectada en origen por Juan de Herrera, por encargo de Felipe II, y que la preside su católico hijo Felipe III, por orden de Isabel II. Y, aunque por su afición a la caza solía estar en Babia como los antiguos reyes de León, ahora nos mira desde su caballo, en el centro de la plaza, colocado justo delante de la Casa de la Panadería como si presenciase una parada militar.
Salieron de la plaza hacía la calle Mayor y Alejandro entró en una farmacia para comprar una pomada. El chico no le preguntó nada al respecto, pero pronto sabría para que era el ungüento. El amo tiró para la calle Arenal e iban camino de la ópera cuando un joven moreno y muy majo se quedó mirando descaradamente a Alex y se detuvo para verlo mejor por detrás. El esclavo se dio cuenta y también el amo e inmediatamente los colores subieron a las mejillas de Alex.
Alejandro se rió con fuerza por el rubor del muchacho, pero a éste no le daba la risa que le mirasen el culo con tal desenfado ni el menor disimulo. Y el amo exclamó: “Se ha empalmado el tío!. Joder!. Qué fuerte!. Vaya si levantas pasiones y pollas, cabrón!”.
Y Alex, aún más rojo, le dijo al amo: “Por qué me pones estos pantalones que me marcan el culo. Estaría más cómodo con otros más anchos que disimulen las cachas, amo. Y así no se fijarían en mí de ese modo”. El amo río todavía más por la ocurrencia y contestó: “Te visto como a mi me gusta y además me agrada que otros te miren el culo y deseen lo que no pueden tener. Y eso no es para que te abochornes de ese modo. Al contrario. Porque yo quiero que seas el niño más guapo de este país y que todos admiren el cuerpo de mi esclavo, ya que su hermosura completa sólo la reservo para mí”. Alex bajo la cabeza y respondió: “Sí, amo. Pero me da mucha vergüenza que me exhibas y me muestres a veces, comentando esto y lo otro, como si fuese un cachorro de raza o un potro pura sangre en una competición donde se realzan sus cualidades y belleza para ganar una medalla”.
El amo se detuvo y agarró al esclavo por un brazo para decirle: “Es que eso es lo que eres. Mi perro si me apetece llevarte atado con una correa o mi potro para montarte cuando tengo ganas. También eres eso, Alex, además de mi esclavo y el ser que más amo en este mundo. Y por eso te enseño y presumo de ser tu dueño y tenerte tan bien cuidado. Eres precioso, mi niño, y te desnudaré y luciré siempre que lo crea oportuno. Alguna otra objeción?”. “No, amo. Soy tuyo para todo. Y perdona mi estupidez”, contestó el esclavo mirando al suelo todavía más avergonzado por las tonterías que le había dicho a su señor.
Pues claro que era su perro y su caballo y su cerdo si eso le gustaba a su dueño. El era lo que dispusiese Alejandro y con cualquier papel estaría dichoso por darle placer. Como si tenía que ir desnudo por la calle para que todo el mundo viese mejor lo que usaba su amo para deleitarse y satisfacer sus pasiones y sus ganas de sexo. El cuerpo joven y bien formado de su puto esclavo, todavía adolescente, que era la puta de su señor.
Al llegar a la puerta principal del Real, frente al palacio, Alejandro le ordenó al esclavo que lo siguiese. Entraron en un café muy elegante y bajaron al servicio después de decirle el amo a un camarero que, cuando subiesen del baño, les sirviese en al terraza una cerveza bien fría y una naranjada natural.
Alex no entendía todavía a que iban a los retretes, pero lo supo al entrar en un váter. El amo le bajó los pantalones y los calzoncillos y lo puso mirando a la pared con las patas separadas. Abrió el tubo de pomada y con un dedo untado en ella se la metió por el culo hurgando un rato dentro. Y le dijo: “Espero que esto te calme y te quité el escozor. No quiero que eso te pique cuando te folle al llegar a casa. Súbete los pantalones y mea si quieres. Yo te espero en la terraza”. “Sí, amo”, contestó el chaval.
leccion de historia incluida! eres genial andreas! saludos!!!
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