Con tanto paseo, Alejandro estaba cansado y le dijo a su esclavo que lo descalzase y le refrescase los pies con la lengua. Alex se arrodilló delante del amo, que estaba sentado en un sillón, y se centró en cada uno de los dedos de los pies de su señor. Y tras chupar uno a uno, lamió las plantas y el empeine de cada extremidad, pasando varias veces la lengua tan pringada de saliva que se los bañaba delicadamente sin cansarse de acariciarlos también con lo labios. Alejandro parecía dormido, pero el esclavo no cejaba en su labor. Primero porque era una satisfacción darle el descanso a su dueño y en segundo lugar porque no le había ordenado dejar de hacerlo y seguiría lavando los pies de su señor hasta agotar su lengua si él no le mandaba parar.
El amo abrió un ojo y le dijo al chaval: “Alex, déjalo ya.... Ayúdame a levantarme y vamos a dormir la siesta un rato”. El crío tiró ligeramente de su amo y fue detrás hacia el dormitorio para acompañarlo acostado en la cama, ya que de lo que menos ganas tenía el chico era de dormir esa tarde.
Ayudó al amo a desnudarse quitándole los pantalones y la camisa y al tirar de los calzoncillos para bajárselos, Alex no pudo reprimirse y besó el pubis de su señor oliendo el vello sobre la verga dormida de su amo. Alejandro, ya desnudo, se acostó en la cama y el chaval se quitó las bermudas y se tumbó a su lado en pelotas también.
Alejandro lo abrazó y aspiró el olor del cuello del chico. Olía tan bien que no quiso despegar su nariz y se quedó dormido respirando a su esclavo. Alex, amarrado por su dueño, no podía ni moverse, pero la paz y felicidad que le embargó el alma fue algo inédito para él. Se sintió el responsable del descanso de su amo y que él tenía que vigilar su sueño para que nadie ni nada lo alterase. El casi niño estaba vigilando la sosegada calma de su dios para no ser perturbada.
Pasó una hora y el muchacho soñó su realidad abrazado al hombre que amaba y que deseó desde que lo vio en la entrada del colegio. Era su amante, pero sobre todo era su amo. Su dueño absoluto y a él pertenecía por entero. Nunca pudo pensar que en una sólo persona tuviese todo cuanto deseaba en este mundo. Sin embargo así era y esperaba una larga existencia al lado de su señor.
Se acordó de su abuelo, que le quería con locura y fue quien más mimos y cariño le había dado desde su más tierna infancia. Y también vino a su mente su madre, que apenas reía y sólo a él le mostraba amor. Pero sobre todo volvió a tener ante los ojos la foto de su padre y Alejandro. Eran muy jóvenes aún, pero se les veía felices. Más a su padre que miraba al otro chaval con adoración y orgullo al mismo tiempo. Como diciendo, este es mi amor, mi Alex. Y él era el otro Alex de su padre y ahora el único Alex de Alejandro. Para Alejandro ya no había Miki ni otro ser en la tierra más que su Alex. Y eso al crío le hizo soltar unas lágrimas de alegría y orgullo. Qué habría hecho él para merecer el amor de un hombre como su amo?. Por qué se había enamorado de él si sólo era un insignificante jovenzuelo que no valía ni para limpiarle el culo con la lengua. Pero estaba seguro que Alejandro lo quería y lo deseaba. De eso no tenía queja, porque en poco tiempo le había puesto el ojo del culo como un ardiente horno de pan. Aún le escocía el ojete de los polvos que le había echado esa mañana, sin recuperarse todavía de la noche anterior. Aunque, si por él fuese, tendría a todas horas la verga de su amo dentro del culo o de la boca. Y sólo recordarlo se empalmó como un cochino.
Como despertase su amo en ese momento o le castigaba el pito dándole azotes con la mano en el capullo o lo ponía mirando para el otro lado y se lo ventilaba sin más preámbulos. Cualquiera de las dos opciones era apetecible, pero más satisfactoria era la segunda. Otro polvo sería la hostia, porque ya serían tres ese día. Y con otro más, poca leche le iba a quedar a la otra puta que vendría por la noche a joderle la marrana al muchacho. Alex, ya empezaba a tener claro que en este mundo de amos y esclavos, había que ser muy zorra para mantener a raya a las muchas guarras con las que tendría que competir por retener el semen de su señor en sus cojones y reservárselo para él solito. Pero al final, lo que contaba era la voluntad del amo y el deseo que tuviese para dárselo a quien le pareciese mejor para merecerlo.
Alejandro se despertó y alargó la mano al pene de su esclavo. Estaba duro como la piedra y le dijo: “Has dormido, puto vicioso?. O sólo estuviste poniéndote cachondo mirándome desnudo?”. “Sí, amo”, contestó el chico. “Sí , qué?.... Dormiste o te pusiste cachondo?”, insistió Alejandro.
Alex pensó en mentir, pero consideró que eso no era propio de un esclavo fiel y respondió. “Estuve pensando y me puse cachondo, amo”. Y el amo preguntó: “Y en que pensaste para calentarte de ese modo?”. “En ti... En nosotros..... En como me follaste desde ayer y como me dejaste el culo, amo”, contestó el chaval. “Ah sí?.... Y cómo te dejé el culo?”, insistió el amo. “Ardiendo y escocido por la irritación de tanto darme por culo y hambriento de un deseo insoportable por volver a sentir como entra tu verga por mi ojete”, afirmó Alex saboreando la lujuria en la boca con cada palabra.
El amo no tuvo que pensarlo para ponerse burro y se lanzó sobre el crío perforándolo otra vez por delante y con las patas en alto. Lo hizo casi sin saliva, pero le entró la tranca por el ano del chaval como si estuviese untada con mantequilla. Alex estaba absolutamente dilatado por la lascivia y el deseo carnal que le despertaba su amo tan sólo con soplarle.
Fue el polvo más largo y violento que le había metido el amo hasta ese momento. Y el muchacho despegó de la tierra dos veces, corriéndose sobre el vientre sin poder resistir la presión de la verga de Alejandro dentro de su cuerpo y la fuerza y empuje con que lo embestía, apretando bien con los riñones para taladrarlo de parte a parte. El amo no le riñó por verter el semen sin su permiso, pero le arreó un par de hostias en la cara con cada corrida y siguió dándole caña hasta vaciarse él dentro de las tripas de su esclavo, que echó otro chorrito de esperma por el capullo. Iban tres a uno, pero la lechada del amo suplía con creces las tres del esclavo. Sin sacarle la polla del ano ya le salía el semen por el esfínter al chaval. Esta vez lo había llenado más que nunca. Alex tenía el recto anegado de esperma de su señor y su gozo no tenía límites. Y pensó: “Otro así antes de la noche y no le queda en las bolas ni gota de leche a mi dueño...... Esa zorra se va a conformar con que le mee en la boca, por puta!”.
El amo cogió en brazos al esclavo y lo llevó al baño. Allí cogió una pequeña palangana y le dijo: “Caga mi leche ahí”. El chaval se acuclilló sobre el recipiente y soltó todo el semen. Y el amo le ordenó beberlo. Luego le beso la boca y le mordisqueó la lengua a su chico.
Después de una reparadora ducha salieron al porche y merendaron con buen apetito los dos. Y el chico jugó con la consola mientras su señor ponía en orden unos papeles. Alex estaba eufórico más que contento y manejaba el videojuego como si el mismo lo crease. Con la energía que le daba su amo se consideraba imbatible.
Alejandro de vez en vez miraba a su esclavo y quedaba complacido al verlo tan entusiasmado con su juego. En esos momentos parecía más crío y sus ojos se encendían como luciérnagas en un campo al irse la luz del sol. Hasta su nariz parecía infantil y, sin embargo, ya era todo un hombre. Estaba sano y su fortaleza era envidiable. Podría decirse que era un vástago bien criado, que incitaba a mimarlo sino fuese un puto esclavo.
Pero también era su amado y eso complicaba las cosas en el corazón de Alejandro. Con esa sonrisa del chaval, se le hacía muy cuesta arriba ser demasiado duro con él, aunque la severidad fuese necesaria para educarlo y adiestrarlo bien para el uso pretendido por el dueño. Es decir, para su exclusivo goce y placer. Alejandro nunca había sido celoso, pero ahora le costaba imaginarse que otro hombre tocase a su chico con intención de usarlo sexualmente. Al mismo ritmo que el chaval crecía, el amo cerraba más la mano para amarrar la correa y mantenerlo bajo su control.
Mientras lo tuvo cautivo estaba tranquilo, pero ahora, al pensar en dejarlo salir solo a la realidad exterior e ir a la universidad, dudaba y le entraban temores de que la mente y voluntad del chico se contaminasen. En cualquier caso era un riesgo que tendría que asumir, puesto que, en opinión de Alejandro, la formación académica del muchacho era primordial para su educación. Y como estudiante no podía ser mediocre sino de los mejores. Y el acicate lo tenía muy fácil, a pesar de que él también se castigase. Si los resultados no eran buenos, el crío se quedaba sin la polla de su amo. Y estaba seguro que Alex no soportaría eso y haría lo imposible por no perder ese premio.
Durante la cena al esclavo se le veía un poco mustio, pero capeó la mala mar de fondo y llegó bastante airoso al postre. Retiró los servicios de la mesa para que su amo tomase café y se lo sirvió con calma, alargando su presencia junto al dueño. A todas luces se notaba que procuraba estar presente cuando llegase la zorra y casi lo consigue. Pero al sonar el timbre del portalón del jardín, el amo le ordenó irse a la cama y que no lo esperase despierto. Alex ni rechistó. Se acercó a Alejandro y le dio un beso de buenas noches y se fue al dormitorio de su señor. La puta había llegado y él sobraba allí. Su sitio era aguardar en la cama, haciéndose el dormido hasta que su señor se hartase de follar a la guarra que iba a usar esa noche. Y eso estaba dentro de su papel y condición de esclavo.
q duro dejar entrar a otro.. pero bue... hay q aprende q los deseos del amo van primero.
ResponderEliminarcomo siempre excelente!
saludosssssssss
EXELENTE HISTORIA, ME HA GUSTADO MUCHO PARECE QUE ES UN REFLEJO DE MI VIDA.
ResponderEliminarbuenisima las 2 ultimas fotos
ResponderEliminartodo esta muy perfecto pero se me hace mucha leche tirada pues de donde es este wey que coge todo el dia
ResponderEliminarchevere
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