"Quién dará vida al bello esclavo sino su amo?. Sus rasgos pueden ser perfectos y su cuerpo hermoso, pero sólo su señor posee el corazón del siervo que vive por y para el placer de su dueño. De su amante y de su dios. El es sólo un pobre perro triste si le falta la mano que sujete la cadena con firmeza y afecto. Solamente es carne sin el alma que le regala el amo al fecundarlo de amor"
ANDREAS

domingo, 23 de enero de 2011

59 El reencuentro

A Alex le volvió la calma y el color en las mejillas al ver de nuevo a su amo, pero no pudo contener su impaciencia por saber de Guille. Alejandro sólo le dijo que los estaba esperando en otra casa y que abriese bien los ojos y tomase ejemplo de lo que le pasaría si pretendiese escaparse como Guille.

El chico siguió a su dueño, temblando y nervioso por lo que pudiera haberle hecho a su amigo, pero no quiso incomodar a su señor con más preguntas y se mordió la lengua para no empeorar más la situación. El coche iba rápido y Alex miraba por el rabillo del ojo a Alejandro intentando atisbar algún gesto que le indicase de que humor andaba su amo.

Al salir del coche se dio prisa por entrar en la casa tras su señor y al ver a Guille tirado sobre la cama y liado con la cuerda como un paquete, le flojearon las piernas y no pudo dar un paso más. El amo le dijo: “Ves lo que le pasa a un esclavo díscolo?. Métele un dedo por el culo y verás el duro escarmiento que recibió por su comportamiento..... Obedece!”.



Alex se aproximó al amigo e introdujo el dedo índice en el ano del chaval, que no le quitaba de encima los ojos cargados de alegría al verlo de nuevo. El amo le ordenó a Alex: “Sácalo y dime que hay en ese culo?”. El crío olió y probó el suero que pringaba su dedo y respondió: “Tu leche, amo”. “Está fresca todavía?”, preguntó Alejandro. “Sí, amo. Parece reciente”, contestó el esclavo más joven. “Claro. Esta recién preñado. Y en abundancia, además.... Anda, dale un beso y quítale esos pantalones”, le dijo el amo. Y el muchacho preguntó: “Lo desato, amo?”. “No, porque no he decidido si le zurro con la correa”, contestó el señor.

Guille quería abrazar al otro esclavo, pero no podía hacerlo estando maniatado, y se conformó con besarlo con fuerza y levantar el vientre para que el otro pudiese desabrocharle los calzones hechos jirones que aún llevaba puestos. Y al tenerlos en la mano Alex, el amo le ordenó que comprobase si Guille los había manchado por delante de semen. Y efectivamente se podía ver claramente el esperma seco del chico en la tela del calzón.

El amo se sentó en la cama al lado de Guille y le dijo: “Así que te has corrido sin que te lo permitiese. Eh, puto?”. Le dio la vuelta y comprobó los restos de semen ya escamados sobre la piel de la barriga del esclavo y le pidió a Alex un trapo mojado en agua. Con un cariño entrañable, Alejandro limpió aquella leche seca y sin decir palabra besó el vientre del atónito esclavo.

A Guille no le importaba si su amo iba a azotarlo. Para él cualquier cosa que viniese de Alejandro era un regalo mucho más apreciado cuanto menos esperado fuese para él. Y fue el amo quien desató sus amarras para estrecharlo con toda la fuerza que sus brazos le permitían. Alex ya no esperó a que el amo dejase darle un apretón a su amigo y se abalanzó hacia él y cayeron sobre la cama llorando como bobos.

Alejandro dejó que los dos chavales se desahogasen y que soltasen todas las penas de un golpe, porque iban a tener una noche movidita y debían estar relajados para abrirse de patas y recibir su tranca hasta el amanecer.

Y su fiesta empezó desnudándose todos y el amo le mandó a Guille que separase con la manos las nalgas de Alex para ser jodido por el macho como una perra. Al entrar la verga del amo por el culo de Alex, el crío se abrazó a la cintura de Guille, que estaba arrodillado delante del chaval, e instintivamente buscó su polla con la boca, metiéndosela entera para mamarla. Era la primera vez que Alex hacía algo así sin que se lo ordenase su dueño. Y Alejandro le azotó el culo con ganas diciendo: “Mama, cabrón. Mámale la verga a tu compañero, porque es como si me la comieses a mí. Vuestros cuerpos son míos y los dos sois uno solo para mí. Pero es la primera y última vez que se la tocas a Guille sin mi permiso. Te queda claro, puta!.... Y a ti te digo lo mismo, Guille. Ni una puta paja podéis haceros sin que yo lo autorice”.


Como dos autómatas, los críos reaccionaron al unísono, Alex soltando el pene del otro y éste retirándose para atrás, pero el amo les gritó. “Sigue comiéndole el pene a tu hermano mayor, jodido estúpido!. Y tú dale de mamar al pequeño puto, que necesita tomar aún mucha leche para crecer!.”. Y volvieron a enchufarse el uno en el otro para continuar con la mamada de Alex a Guille.

Y al rato, el amo dijo: “Basta!. Ahora cambiaros de posición. Guille, ponte a cuatro patas y dame el culo, mientras se la chupas a Alex....... Así mis putitos, así....... sois un jodido par de viciosos, pero me muero por daros mi leche....Os quiero a los dos, mis pequeños cabrones!. Y os voy a dejar el ano como torreznos calientes”. “Sí, amo, fóllanos, fóllanos...... Rómpenos el culo y jódenos vivos hasta que nos salga leche por las narices!!, exclamaba Alex. Y Guille, con la boca llena de polla, movía la cabeza afirmativamente.

Podría decirse, menudo par de zorras!, pero no sería correcto. Lo apropiado sería, menudo par de esclavos enamorados de su amo hasta los tuétanos!. Y por eso eran dos putas perras en celo con sólo oler a su macho acercarse a ellos. Sus hormonas se soliviantaban al entrar en contacto con la testosterona de Alejandro y a las de éste le sucedía otra tanto al estar con cualquiera de los dos chicos. Y si los tenía juntos, la atracción era la de un potente electroimán.

Ya apuntaba la madrugada y la capacidad para reponer esperma en los cojones de los tres se reducía ostensiblemente. Ni ellos mismos sabrían decir las veces que eyacularon y cuantas penetraciones disfrutaron los chavales, ya fuese con la tranca del amo o los dedos de éste y también de los de ellos, hurgándose uno al otro por orden de su señor. Porque Alejandro les obligaba a hacerlo para que supiesen como sabían y olían por dentro sus propios cuerpos y el del otro esclavo y conociesen también su anatomía interior y la de su compañero de esclavitud. Les enseñaba a gozar con la suavidad de sus tripas y el gusto de acariciarse la próstata y el conducto rectal, para encelarlos más y tenerlos bien cachondos esperando su verga. Eran como dos corderillos a merced de un lobo feroz, pero que nunca se los comería demasiado para poder seguir jugando con ellos y saborearlos sin pausa ni medida.

Los trataba con dulzura o con dureza, pero en cualquier caso con amor. Y ellos le correspondían con total sumisión y el amor de sus corazones entregados al absoluto dominio de su señor. Y los descubrió el sol tendidos totalmente desnudos sobre una cama revuelta y manchada de semen por todas partes. Daba la impresión que no podían moverse de agotamiento, pero también sería falso. Si no se meneaban era para no espantar la felicidad que les embargaba a los tres.

Y un ojo de Guille se abrió y esperó a ver si algún otro se desperezaba. Y tuvo que pasar un tiempo hasta que otro del amo se enfrentó a la luz. Y entonces Alejandro zarandeó al más pequeño que todavía dormía como un lirón. A Alex siempre solía costarle despegarse de las sábanas, pero su amo le quitaba la pereza a base de meterle el rabo. Y este vez lo recibió por partida doble, ya que el amo se lo metió por el culo y el otro esclavo por la boca.



Para cuando quiso despejarse, ya se lo habían trajinado los dos y le habían llenado de leche por ambos lados. Y como no iban a dejarlo con sus huevitos llenos, tanto el amo como el otro esclavo se alternaron para mamársela y dejárselos secos. Y luego se ducharon, se maquearon y se pusieron muy guapos para ir al pazo a ver al resto de la familia de Guille. Incluido Isidro, que ya lo iban considerando como el nuevo cuñado del chaval.

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