"Quién dará vida al bello esclavo sino su amo?. Sus rasgos pueden ser perfectos y su cuerpo hermoso, pero sólo su señor posee el corazón del siervo que vive por y para el placer de su dueño. De su amante y de su dios. El es sólo un pobre perro triste si le falta la mano que sujete la cadena con firmeza y afecto. Solamente es carne sin el alma que le regala el amo al fecundarlo de amor"
ANDREAS

domingo, 23 de enero de 2011

18 Soledad

Antes de la media tarde Alex quedó solo porque el amo bajó otra vez al sótano para zorrear con la puta que seguía dentro de la jaula. Durante la mañana y el mediodía, Alejandro estuvo con su esclavo, primero haciendo ejercicios gimnásticos y corriendo una hora por los alrededores de la casa, como acostumbraban a hacer casi a diario, pero una vez que tomó su café y se tomó una copa de brandy, acarició el cabello de su esclavo, que estaba sentado en el suelo a sus pies, y le dijo: “Voy a darle otra sesión a esa puta.... Lee o juega un rato con lo que prefieras, pero no te olvides de hacer las tareas que aún tienes pendientes, como el trabajo que me estás preparando. Que por cierto lo estás haciendo muy bien..... En cuanto tengas mayores conocimientos sobre ese tema, serás un gran profesional. Eres listo, Alex, y serás un buen universitario..... Y no te pongas triste que no vas a estar solo tanto tiempo..... Lo justo para ponerle el culo en adobo a esa perra color café....... Dame un beso”.

El esclavo besó la mano de su señor sin mirarle a los ojos, pero el amo elevó su mentón para verle la mirada húmeda al chaval. Y le exigió un beso en los labios. Alex le dio el alma en ese beso, pero bajó la cabeza para no ver alejarse a su dueño. E inmediatamente le embargó el corazón la soledad.


Era quedarse desamparado no por verse privado de su señor por un breve espacio de tiempo, sino por saber que le separaba de él otro cuerpo y otro culo que competía con el suyo por ser atractivamente sensual. El cautivo del sótano, podía encandilar a cualquier macho tan sólo con mover las caderas y lucir el palmito. Era una gran zorra el puto Oscar.

Alex se sentó en el suelo, arrimado a una pared del porche, y hundió la cara en sus rodillas. Lloró en silencio y sin desesperación, pero con una gran tristeza. Reflejaba la absoluta impotencia del esclavo ante cualquier decisión de su dueño, ya fuese en su favor o en su contra.

El muchacho hubiera querido ser invisible y colarse en el sótano para ver que le hacía el amo al otro joven, pero sólo su fantasía podría traspasar los muros o fundir la placa que formaba el suelo del garaje. Ni siquiera recordaba bien que instrumentos y aparatos había en ese lugar. Solamente tenía grabada en su memoria la jaula en la que estaba encerrado el puto perro que vio aquella noche cuando bajó para saber que tenía allí Alejandro.

Ni aunque se atreviese a ir al garaje conseguiría oír lamentos o gritos que le diesen una pista sobre lo que posaba en ese recinto subterráneo. Alex no tenía ganas de leer ni de jugar a nada, pero debía obedecer a su amo y, al menos, terminar la tarea que le había marcado para esa tarde. Lo haría con un nudo en la garganta y sorbiendo su pena, sin dejar de cumplir sus deberes de esclavo para no defraudar a su señor.

Alejandro era lo que más le importaba en el mundo y ante todo estaba agradarle y hacerlo feliz con su obediencia y respeto. Y, por supuesto, darle placer si él lo deseaba y se servía el mismo tomando lo que le pertenecía. En cualquier aspecto de su existencia, frente a su amo era un mero objeto sin más importancia que la utilidad que éste le diese.

Y mientras trabajaba con el ordenador, pensó que su vida junto a su dueño era plena en satisfacciones y alegrías. Entonces cómo se atrevía a entristecerse?. Acaso podía quejarse de lo mucho que le daba su amo?. Tanto en sexo como en cariño y cuidados nadie podría esperar mejor trato y mucho menos un puto y miserable esclavo. Que pretendía entonces?. Tener a su amo atado a su lado, pendiente solamente de su culo?. Eso era muy egoísta por su parte. Debería castigarse a si mismo por tanta estupidez y ser tan imbécil. No cabía duda que todavía era un niñato y un cretino que sólo merecía ser despreciado por su señor al ofenderle con sus ñoñerías y lagrimones. Y creyó que lo justo era flagelarse el mismo como penitencia y para ahorrarle el trabajo a su amo. Sabía perfectamente donde estaba el látigo y tan sólo tenía que cogerlo y darse una zurra en el culo con toda la fuerza que fuese capaz de aplicar para azotarse como lo haría Alejandro.

Alex no se planteó nada más y se levantó a por la disciplina. Se desnudó del todo y ante un espejo se dispuso a atizarse en las nalgas cincuenta azotes. Eso sería suficiente para enmendarse y no volver a molestar con sus tontería a su amo, dándose él mismo el perdón de su dios y obteniendo la satisfacción de la contrición.

El látigo silbó en el aire, pero el golpe no se descargó en la carne del chico. Una mano paró el latigazo y le obligó al esclavo a soltarlo. Y escuchó la voz de Alejandro : “Qué coño estás haciendo?.... Serás insensato, puto estúpido!... Qué pretendes?”. Alex miró hacia atrás y se quedó de piedra al ver a su señor. Apenas le salían las palabras, pero respondió: “Amo, iba a castigarme por no poder controlar mis sentimientos y llorar como un tonto porque bajaste al sótano. Ya me habías advertido que me castigarías por ello y quise imponerme yo mismo la penitencia para merecerte y purgar la ofensa que te hago con ello. Amo, te suplico que me perdones”.

El amo le ordenó vestirse. Lo arrastro al jardín y lo ató a un poste de madera. Y le dijo: “Ahí te quedarás hasta que me salga de las pelotas, cretino! Y no olvides que si hay que castigarte seré yo quien lo haga. Tú no eres nada, ni siquiera para conocer tus faltas ni arrepentirte de ellas sin mi permiso. Qué carajo sabrás lo que puede ofenderme!”. Y el amo se dio media vuelta y se marchó dejando al chico a la intemperie y bien amarrado.

Alex tenía que aprender muchas cosas todavía imprescindibles para ser un buen esclavo. Y una de ellas era diferenciar su conciencia y lo que su amo entendiese como correcto para ser hecho por su siervo. Y, realmente, nada que no ordenase o decidiese el dueño estaba al alcance de hacerlo el esclavo. Y menos por propia iniciativa, cosa que no podía permitirse nunca un puto mierda esclavizado.


Estuvo amarrado al madero hasta la media noche y cuando el amo lo soltó el chico tenía los miembros entumecidos. Alejandro comprobó si había llorado, pero no notó ningún rastro de lágrimas en la cara del chaval. Estaba claro que necesitaba endurecerse y una riña con consecuencias punitivas era lo más indicado para formar su carácter.

El amo ayudó a su esclavo a caminar hasta la casa y al llegar a la sala lo sentó en el sofá y fue en busca del potro para azotarlo. Y esta vez uso su propio cinto de cuero para arrearle estopa a la medida de su atrevimiento. Con los primeros correazos la carne se había vuelto fuego y el escozor era insoportable. Los últimos casi ni los distinguía sino fuese por el zumbido previo al ruido estallando sobre su piel.

Alejandro no le obligó al chico a contar los azotes, pero fueron muchos. Tantos, que no pudo sentarse al terminar el castigo. Y el amo le regañó sin ira, pero con semblante severo repitiendo que no lo volviese a intentar nunca. Alex pidió perdón sinceramente arrepentido por su necedad y Alejandro lo puso boca abajo para ponerle una pomada que curase los verdugones que le había causado el cinturón, aliviando también el picor y el calor de la sangre en las nalgas del chaval.

Luego lo abrazó y le dijo con cariño: “Qué tonto eres mi niño!. Y qué cosas se te ocurren!. Si no supiese que lo hiciste con la mejor intención te encerraría en una jaula bien esposado a los barrotes, pero con el culo pegado a ellos para poder follarte...... Vamos a la cama que mis cojones necesitan desahogar..... Esta noche vas a saber lo que es que te den por el culo con las cachas mazadas y doloridas por una zurra de campeonato. Porque es la mayor paliza que te metí hasta el momento, Y te la has merecido por gilipollas..... Ahora tendrás que sufrir los empujones y los golpes de mis muslos en tu carne amoratada y hecha mierda por los zurriagazos. Pero tú lo has querido así.... Ve delante mía que te voy a poner a juego con las cachas el ojo del culo”.

Alex sonrió y respondió: “Sí, amo. Esa será la mejor medicina para calmar cualquier molestia en mi trasero.... Quererte tanto me hace perder la razón a veces.... No volveré a pretender dañar lo que no es mío. Perdóname, amo”. Alejandro le besó la boca con ternura y lo desnudó del todo al entrar en el cuarto. Pero no se acostaron en la cama, porque iba a follarlo a cuatro patas sobre ella y pisándole la cabeza con un pie en señal de acatamiento para que no la levantase jamás contra su voluntad. Además, así se le veía muy bien el ojete al clavársela y eso excitaba enormemente al amo.

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