Guille llevaba casi un mes en casa de Alejandro, porque aunque en principio sólo iba a estar un fin de semana, el jefe decidió tenerlo más tiempo y el chaval perdió el billete de vuelta. Lo cual no era problema ya que cuando volviese a su casa se encargaría Alejandro de todo y lo mandaría en lo que le diese la gana.
El chico se encontraba a sus anchas con su amigo Alex y el jefe, que no regateaba esfuerzos para darle por culo y llenarle la barriga por ambas vías, y aunque a veces también le zurrase el trasero, eso no hacía más que calentarle la carne y lograr que gozase más al metérsela por el ano y golpearle las cachas, empujando a tope para entrar a fondo.
Y Alex estaba tan compenetrado con Guille, que en tan poco tiempo le había cogido un gran cariño. Era como si de repente hubiese encontrado al hermano que nunca llegó a tener. O más bien el amigo con el que cuentas para todo y vas con él a todas partes sin cansarte de su compañía ni de su conversación, ni mucho menos de sus chistes y bromas.
Se habían vuelto inseparables y casi todo el tiempo estaban juntos, Incluso para que los usase Alejandro, menos a la hora de acostarse para dormir, dado que Alex lo hacía en la cama de su amo, donde recibía el último polvo del la jornada antes de rendirse al sueño y el primero del día nada más despertarse, y el otro chaval ocupaba otra habitación de la casa, que ya la consideraba prácticamente suya.
Podría decirse que Alejandro se lo estaba montando muy bien con los dos chavales, ya que disponía permanentemente de dos preciosos culos para gozarlos como le apeteciese, pero había un punto sin resolver que empezaba a preocuparle seriamente. Y esa cuestión estaba relacionada con los sentimientos que pudiese albergar Guille en su corazón.
No sabía si su esclavo se daba cuenta de la situación y había llegado a calar en el alma de su amigo para saber hasta que punto se había colado por el jefe, como decía Guille, y si por tanto la atracción hacia Alejandro no era más que sexual, sin más complicaciones que un gran cariño tanto por él como por el otro chaval, por el que sentía un fuerte afecto de amistad, solamente.
Y la preocupación de Alejandro tomaba cuerpo en el miedo a que el chaval se enamorase de él, sin poder esperar ser correspondido de la misma manera por el jefe. Es decir, Alejandro era consciente del daño psíquico que podría causarle a Guille alentando en el chico un amor imposible. O al menos improbable y complicado, ya que el corazón de Alejandro sólo latía para amar a su esclavo. Alex era su amor entero sin dejar ni una milésima para otro ser, por mucho que le gustase y atrajese tanto su modo de ser como su cuerpo.
Guille no se merecía que le hiciese daño y sospechaba que su interés por el jefe iba más allá del vicio inicial y el ansia de ser usado por un hombre que cumplía plenamente el ideal viril soñado por el muchacho. El macho perfecto para ser su puta, sin más consecuencias que poner el culo para que lo follase a placer o que le dejase chupar la verga y saciarse del semen de ese hombre que le despertó la otra cara de su sexualidad.
Y por otro lado le gustaba ver a su Alex feliz con su amigo del que no quería separarse, excepto para dormir con el amo o si éste le llamaba para estar a solas con él, y le dolía distanciarlos conociendo el cariño mutuo de los dos muchachos y lo bien que lo pasaban juntos. Pero tenía derecho Alejandro a sacrificar la felicidad y esperanzas amorosas de Guille para tener contento a su esclavo?. A Guille lo utilizaba como objeto sexual y el chico lo sabía perfectamente, más era justo usarlo también de juguete para entretener a Alex?. Eso ya no lo tenía tan claro Alejandro, porque estaba notando un cambio en la aptitud de Guille al tenerlo en los brazos. Y sus besos reclamaban una pasión que al principio no buscaban ni pedían. Alejandro sospechaba que Guille se estaba enamorando de él. Y el vicio del chaval sólo estaba centrado en su jefe, que era él, y no concebía hacerlo con otro tío por su gusto, ni mucho menos la promiscuidad en sí misma alentada por un ansia del sexo recién descubierto.
Además, Guille lo había insinuado claramente cada vez que Alejandro había sacado la conversación sobre el tema para tantearlo y conocer hasta que punto estaba enviciado con sentirse follado por un macho. La realidad era que chaval sólo estaba encelado por su jefe y el rabo que le colgaba a éste entre las piernas. del resto ni se preocupaba ni le llamaban la atención. Incluso en las ocasiones en que le mamó la verga a Alex, lo hizo por mandato del jefe más que por el ansia de comerle el rabo a su amigo, por muy bueno que lo tuviese y la leche le pareciese tan rica como un postre dulce y fresco. La que le llenaba de verdad era la del jefe y la verga que le saciaba también era la de Alejandro, porque con independencia de su tamaño, quien le gustaba a morir era el hombre que se la metía y manejaba dentro de su cuerpo. Si Guille se había prendado de Alejandro, eso sí era un problema para el jefe.
Y de eso también se dio cuenta Pablo cuando les invitó a cenar para conocer a Guille. Alejandro le había hablado mucho del chico y Alex también comentara con Diego lo que sentía por ese nuevo amigo que conoció en el viaje a Galicia. Y que al conocerlo, los dejó cautivados tanto a Diego como a su amo. Durante los prolegómenos de la cena Guille estuvo más que encantador con el amigo de su jefe y su esclavo. Y los tres chavales se ocuparon de preparar la mesa y servirles un aperitivo a lo señores y Pablo no dudó en decirle a Alejandro que debían hablar sinceramente sobre ese tema. Alejandro miró a su amigo y le dijo que después del café tratarían el asunto.
La charla en la cena estuvo animado con las graciosas salidas de Guille y el buen humor de los amos era palpable. Miraban a los chavales y se reían con ellos y sus gracias, sin dejar de elogiar al cocinero, que lograba sorprenderlos gratamente cada vez que degustaban sus recetas. Y como para postre sólo había fruta, los señores, caprichosos como de costumbre, quisieron algo más consistente para sus paladares y el anfitrión prefirió a Diego para pellizcarle los pezones y pincharle con un tenedor los huevos al tiempo que le obligaba a masturbarse para que le diese su leche, que la roció con canela para darle un gusto exótico.
Alejandro llamó a Guille a su lado para enseñarle al otro amo lo bonito que tenía el ojo del culo y después de acariciarlo por todas partes para excitarlo a tope, le ordenó ponerse de rodillas entre sus piernas y le folló la boca hasta llenársela de esperma. Alex, veía la escena sonriendo y pelando una manzana para que la comiese su señor de paso que le daba de mamar al otro muchacho.
Por supuesto, Alejandro tuvo el detalle de sentar a Alex a su lado para que le mondase la fruta y le besó en los labios varias veces, metiéndole jadeante la lengua casi entera en la boca al correrse en la de Guille. Ni Alex ni el otro recibieron la orden para verter sus fluidos, pero el esclavo manchó los faldones del mantel y el mamón salpicó el suelo. Y ante eso, el señor adoptó las necesarias medidas disciplinarias. Primero le atizó a Guille hasta que le saltaron las lágrimas y detrás se aplicó en partirle el culo al esclavo, con la misma intensidad que pusiera al zurrar las nalgas del otro.
Pablo, después de saborear el semen a la canela, también le azotó con fuerza a Diego para que sus posaderas no desentonasen con las de los otros dos chicos. Y, dejándolos con el culo ardiendo y a pie firme mirando a la pared, los dos amos se fueron a otra habitación y, además de charlar de otros cosas, como de lo guapos que estaban los críos con las nalgas rojas como tomates, Pablo se refirió a la situación que a su juicio se había creado con la presencia de Guille en casa de Alejandro.
Opinaba que daba la impresión que el chico se había aposentado en ella como si nunca fuese a irse y creía que su afición por Alejandro superaba la atracción de la posible novedad hacia una experiencia sexual descubierta por su causa. El médico estaba convencido que más pronto que tarde el chaval sufriría al no verse correspondido en su amor por el hombre que lo aducía sin remedio del mundo hasta entonces conocido por Guille y lo absorbía en una atmósfera de erotismo sin precedentes para el.
Sin embargo, reconocía que la amistad e intimidad entre Alex y Guille era conmovedora y beneficiosa para ambos, puesto que se había establecido un sano colegueo entre los dos chavales, compartiendo actividades y risas, que transformaban en un juego permanente, inocente y feliz como si fuesen todavía un par de niños entrando en la adolescencia.
Por otra parte, le daba la razón a su amigo en que no parecía que hubiese celos entre ellos e incluso se alegraban al ver al otro gozar del favor de Alejandro, como pudo comprobar Pablo durante la cena y cuando en los postres le dio su leche a Guille en lugar de al esclavo. Pero Pablo se preguntaba si era posible mantener esa relación sin lastimar a los muchachos. Porque podía surgir la sensación de desprecio en alguno de ellos, por algún detalle o aptitud de Alejandro, y eso sin duda traería lamentables consecuencias.
Además, según decía Pablo, si duraba más tiempo la vida en común de los chicos, sufrirían los dos al separarse más tarde. Y el peor parado sería Guille, ya que el otro tenía a su amo y se iría olvidando del amigo. Pero Guille se quedaría solo. Sin amigo y sin jefe. O lo que sería más grave, sin el hombre al que amaba, cuya verga era todo el placer que necesitaba el chaval.
La cuestión era complicada y la situación muy jodida. Y para no calentarse más la cabeza, decidieron volver con los chiquillos y levantarles el castigo para darles por el culo antes de dar por concluida la reunión. Pero esta vez Alejandro se la metió a su esclavo y derramó en él su semen.
Y Guille, con los dedos del jefe metidos por el ano, tuvo que contentarse con lamer la deseada leche directamente del culo de Alex, que ya se había corrido con permiso del amo. Y Alejandro le besó la nuca a Guille y le animó a correrse pajeándole el recto, pero sin tocarse la polla. Y todos escucharon los gemidos del chaval y los suspiros que emitía su cuerpo incandescente, apretando con el esfínter los dedos que lo follaban provocando la eclosión de su pene.
Antes de marcharse de la casa de Pablo, Alejandro le dijo: “Sé que tengo que abrirle la jaula al canario para que vuele, pero me gusta como canta y me cuesta desprenderme del pajarillo. No me negarás que es una monada!”. “Sí lo es”, afirmó Pablo. “Ni que está más bueno que un bollo de crema. Te has fijado bien lo rico que es?”, insistió Alejandro. Y Pablo contestó: “No lo he probado, pero por la pinta es de lo más apetitoso. Pero no olvides que esclavo tienes y que difícilmente lo iguala otro chaval”. Alejandro corroboró a su amigo: “Eso es verdad. En mi corazón nadie puede sustituirlo ni desplazarlo un ápice. Por qué tiene que haber criaturas tan bonitas y tiernas?”. “Para nosotros, sin ir más lejos. O es que no te gusta darles por culo a mazo?”, añadió Pablo. “Me vuelven loco los cuerpos de los dos y en especial las nalgas!”, confesó Alejandro.
Ufffffffffff que situacion complicada, espero q todo resulte bien para Guille q parece un tio genial y q el alejamiento no los haga sufrir mucho a los tres...
ResponderEliminarMe quedo media triste por ellos a la espera del proximo capitulo.
Besoss
Eli