41 El roble

El carvallo elegido para atar a Alex no fue su potro de castigo, pero sería testigo rumoroso de otros acontecimientos que estaban a punto de ocurrir en aquel monte con vistas a la tranquila ría.

Alejandro les ordenó colocar las toallas bajo el árbol y se acostaron de nuevo los tres juntos. Pero ahora los chicos estaban a cada lado del macho dominante.

Y éste, tras hacerle ver que no le había costado tanto trabajo abandonar su actitud de gallito, sometiéndose a su autoridad para que le azotase el culo y agradecerle la zurra respetuosamente, tal y como lo hace un esclavo sumiso, retomó la conversación truncada anteriormente. Y después de otros tanteos, hasta llevarse al huerto a Guille, lo convenció a probar y experimentar otros aspectos del sexo. Y dijo: “Entonces te animas a probar una verga?. A lo mejor prefieres la de Alex que no es tan grande ni tan gorda como la mía”.

Y Guille contestó: “Si hay que probarla es mejor que sea de un hombre que sepa hacerlo bien, aunque no sé si el tamaño importa para que te guste más”. Alejandro le respondió: “El tamaño influye, pero lo importante es saber meterla y moverla dentro. Y según dicen, no por ser grandes tienen que hacer daño forzosamente ni dar más gusto”. Guille pensó un segundo y añadió: ”Alex me dijo que nunca se la metió a otro tío y además es un chaval como yo, sin pelo en el pecho. Y parece más morboso que si te follan lo haga un tío más hecho y con pinta de macho fuerte y dominante. Un tío como tú, que tienes más experiencia en estas cosas. El novio de mi hermano también es mayor que él. De tu edad más o menos y es él quien folla a Roberto”. “Una sabia decisión, porque yo no dejaría a mi esclavo que te diese por culo, ni tú a él”, dijo Alejandro. “Yo no quiero follar a un tío”, dejó claro Guille. “Pero no tenemos condones”, Apuntó Alejandro. Y Guille dijo: “Soy donante de sangre. Conmigo no tienes problema para hacerlo a pelo”.

Alejandro le aseguró que con ellos tampoco lo había, así que el único problema era si quería que se corriese dentro de sus tripas. Y Guille dijo que de hacerlo, no sólo prefería una polla de tal envergadura para notarla bien dentro, sino que, además, le apetecía que fuese un polvo completo y con todas sus consecuencias para notar como un macho le llenaba el culo de leche. Quería que lo preñase para sentirse realmente follado como una perra.

Con un gesto Alex entendió que debía volver a mamar la polla de su dueño y Guille se incorporó apoyándose en un brazo para ver mejor como el chaval cumplía su cometido.

El esclavo era un experto en darle gusto a su amo con la boca y la lengua y no sólo en la verga, puesto que cuando le lamía el culo a Alejandro, éste gozaba como jamás lo había hecho al comerle otro tío el agujero. Sabía meterle la lengua y acariciarle los bordes del esfínter y presionar para tocar el interior del recto de su señor. Y Alejandro tenía ganas de un masaje de ese tipo, así que viendo el interés que ponía el otro chaval al ver a su esclavo chupársela, se la sacó de la boca a Alex y sin decir palabra llevó la boca de Guille hasta su capullo, bajándole la cabeza con una mano tras la nunca del chico.

Guille miró a Alex y éste con los ojos le indicó que tocase el glande con la lengua y el muchacho la alargó hasta rozarlo con la punta. Alejandro no le presionó, pero no dejó que retrocediese, manteniéndolo pegado a su capullo, y el chaval lamió con más decisión la punta y poco a poco fue acercando los labios hasta rodear toda la cabeza de la polla de Alejandro. Y empezó a chupar despacio, con cierta aprensión, pero el olor del macho se impuso a su reticencia y metió la mitad de la verga en la boca.


El muchacho puso una mano en los cojones de Alejandro y los palpó bajo la mirada complaciente de Alex. Ya estaba encelado y el roce del vello púbico en su nariz y el tacto de los grandes testículos de aquel macho hicieron el resto y se tragó el carajo entero mamándolo sin reparos. Pero el esclavo, celoso de los genitales de su dueño, también quiso unirse al festín y se hizo hueco para poder mamársela junto al otro crío.

Guille no dejaba de chupar ni para tomar aire y Alex le iba indicando como le daría más placer al macho, repasando con su lengua las partes ya chupadas por el otro chaval. Entonces Alejandro se incorporó y le dijo a su esclavo que se acostase boca arriba. Guille seguía buscando el teto para mamar o lamer y el macho le ordenó que esperase mientras se ponía de rodillas encima de Alex, sentándose en su boca para que le metiese la lengua en el culo y le diese el placer que deseaba. Y volvió a agarrar la cabeza de Guille y esta vez fue Alejandro quien le metió toda la verga dentro de la boca para follársela.

Pero Alejandro no quería correrse de ese modo y cuando ya había soltado suficiente baba por el pene, dijo: “Guille, date la vuelta y ponte a cuatro patas porque te voy a enseñar los puntos erógenos que tienes en el culo. Hay un montón y sobre todo en el ano y en el interior, a lo largo del recto, pero lo más excitante es la caricia en la próstata. Separa las piernas para que tu agujero quede bien a la vista y pueda dilatarlo mejor”. El chaval se puso como un perro y en cuanto los dedos de Alejandro le tocaron el ojo del culo, apoyó la frente en la toalla para ofrecerle sin trabas la entrada trasera de su cuerpo.

Ya estaba muy excitado, pero al notar los dedos mojados de saliva en los bordes del agujero se puso a cien y le entraron temblores. Alejandro le habló con calma y cariño para sosegarlo y le acarició toda la raja del culo presionando en el esfínter cada vez que lo tocaba. Y poniendo más saliva le metió un dedo para darle un masaje en el punto clave. Guille gemía y jadeaba, sudando a lo largo de la espina dorsal y Alejandro decidió que había llegado el momento de penetrarlo en serio para desvirgarlo.

Ya no había más que hablar y sobraba cualquier palabra que no fuese: “Relájate y déjame entrar en ti despacio para que sepas lo que es gozar entre hombres”. Y dicho eso por Alejandro, presionó con el capullo y el ano se dilató de repente para que se metiese la verga del macho adulto dentro del culo del muchacho. Guille se quejó e intentó separarse del cuerpo de Alejandro, pero éste ya lo tenía agarrado por las caderas y se lo impidió. Sacó la polla del culo del chaval y le escupió en el agujero para clavársela de nuevo y está vez entro entera hasta el fondo.

Guille ya tenía el virgo roto y ahora su rompedor se lo follaba sin piedad, pero procurando darle gusto para que le cogiese afición a poner el culo más veces. La polla de Guille no paró de babear y el empalme era tremendo. Tanto que más de una vez Alejandro tuvo que apretarle los cojones para que no eyaculase antes de tiempo. Pero entre el calor que todavía conservaban las nalgas azotadas y la comida de culo que seguía haciéndole Alex, Alejandro no tardó en correrse dejando que lo hiciesen también los dos chicos.

Pero ni a Guille ni a Alex se les bajó el pito, porque el primero, al tocarse el agujero abierto y rezumando semen, se mantuvo cachondo, Y al segundo no le bastó la paja que se hizo lamiendo el ano de su señor y todavía sus pelotas necesitaban soltar más leche. Dos tíos tan jóvenes y con el culo caliente, a veces no les llega con un polvo, aunque se corran, y necesitan más caña, a pesar de que estén doloridos y tengas la sensación de que le han partido el culo en dos mitades.

Pero Alejandro lo solucionó rápido. Y dijo: “Guille ahora mámale la polla a Alex y que se corra dentro, porque es necesario que pruebes el sabor del semen de otro hombre. Y te permito que te vuelvas a correr cuando él te la dé. Así que mastúrbate mientras chupas que quiero veros en acción a los dos juntos. Alex ponte de rodillas y tú, Guille, a cuatro patas como una perra. Empezar ya y yo os meto los dedos por el culo para poneros más cachondos”.

Y de ese modo los dos chavales volvieron a gozar como cachorros juguetones y Alejandro se excitó otra vez y pudo follarse también a su esclavo antes de que se corriesen los dos críos. Ahora ya estaban tranquilos y ambos muchachos tenía la tripa caliente y saciada de esperma de Alejandro y se sentían contentos y felices por su tarde de complicidad en el monte, bajo un viejo carvallo. Y Guille notaba que le habían roto el culo, pero ni estaba avergonzado por ello ni se sentía menos hombre que antes. Lo que si sabía es que había complacido a un macho con pelo en pecho y que era el amo del otro chaval. Pero a él también le fascinaba su aspecto viril y el olor acre y espeso de su sexo y no le importaría repetir.